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De izq. a dcha Silverio Fernández, Anna Grau, Raúl Ochoa, Emilio Suñé

  • “Estamos trabajando codo con codo con el Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona por los intereses generales de todos, dando un ejemplo de armonía y consenso a los políticos”, declaró el diputado Raúl Ochoa

El ‘Aula de Debate del ICAM’ afrontó en su última jornada una de las cuestiones que más preocupan y ocupan a la actualidad sociopolítica de nuestro país: la internacionalización del conflicto catalán y los desafíos jurídicos que plantea. Y lo hizo ofreciendo una perspectiva multidisciplinar desde los sectores más representativos, dentro del mundo jurídico, de la sociedad civil.

Para ello, conformaban la mesa el diputado de la Junta del Gobierno responsable de Formación, Raúl Ochoa Marcos, encargado de moderar el debate; el abogado Silverio Fernández Polanco; el catedrático de Filosofía Jurídica y Política y Derecho Informático de la Universidad Complutense de Madrid, Emilio Suñé Llinás; y la periodista Anna Grau.

La gestación del conflicto

Los ponentes comenzaron por aproximarse al origen de la situación. Para Suñé, “todo parte de un problema irresuelto de integración territorial, que la CE, a través del sistema de autonomías, no ha logrado proporcionar”.  Fernández, sin embargo, consideró que es resultado “de una falta apoteósica de cultura política, de los ciudadanos en general y los políticos en particular”, recordando que la Constitución, en su momento, recibió “el apoyo mayoritario de los catalanes”, pese a lo cual, “la izquierda que entonces se decía marxista se hizo nacionalista, apoyando así la desigualdad territorial”. A partir de aquí, “la necesidad de votos nacionalistas para formar gobierno ha generado un sistema tradicional de concesiones a Cataluña”, señaló el letrado.

Pero, si la transición tuvo fallos, la “falta de diálogo actual”, que entiende Suñé sucede, tampoco ayuda: “desde un lado, porque presentan una decisión unilateral, y decir sí o sí no es diálogo, y desde el otro, porque se usa la Constitución no tanto para construir sino como auténtico escudo”, apuntó el Catedrático.

El escenario internacional

El derecho a la autodeterminación que postulan los independentistas “no es aplicable a la situación catalana, ya que sólo se prevé para situaciones coloniales o cuando exista persecución por razones étnicas o análogas” indicó Suñé, encargado también de explicar las fallidas extradiciones de los imputados del procés huidos.

Pese a que las eurórdenes son un instrumento de cooperación entre las autoridades judiciales de los países miembros, “en Bélgica ni se tramitó”, señaló Suñé, y ello porque “se consideró que no se cumplía el requisito de una orden de detención nacional previa, ya que Llarena únicamente se remitía a la de la juez Lamela”. Alemania, sin embargo, entendió que sí era conforme, pero “al no estar el delito de rebelión entre los 32 previstos de entrega obligatoria sin más trámites”, y aunque el ordenamiento germano contempla un delito parecido, de traición, cuando se subvierte el orden de los estados, finalmente el tribunal consideró que no se había dado “violencia en grado suficiente” y accedió a la extradición de Puigdemont pero únicamente por el delito de malversación. Para Suñé, lo que subyace y genera recelos entre los jueces europeos es que "se trata de una cuestión política".

Mala gestión política

La mesa mostró consenso en torno a la falta de satisfacción con la gestión del conflicto: “Cataluña ha estado históricamente mal gobernada” aseveró Grau, añadiendo que “las ínfulas de independentismo son proporcionales a la incompetencia de los regidores”.

La distensión, de acuerdo a Fernández, se agranda con la crisis, pues favorece la búsqueda de un “enemigo externo”, en este caso, España: “el independentismo hace un llamamiento a la emocionalidad, invoca la fibra sensible y cala muy bien”, señaló el letrado. Pero principalmente lo que sucede es que “en España no tenemos estadistas, sino políticos, y (citando a Churchill) los segundos piensan en elecciones mientras que los primeros lo hacen en generaciones”. Por eso, para Fernández la cuestión “tiene mucho de problema inventado por los políticos, pues es muy difícil manejarse en este calado cuando no hay estadistas”.

Brecha social

La situación generada entre los catalanes, sin duda, fue el aspecto que más preocupó a los ponentes. “La mitad de los catalanes sufre malos tratos civiles por parte de gente que se ha arrogado la representación de Cataluña y el control de las instituciones, y que sólo muestran sonrisas mientras no se les lleve la contraria, existe una tensión insoportable”, denunció Grau, remarcando que “no viene de ahora, es una situación que lleva décadas instalada, gracias a las carencias de los políticos que no han sabido o no han querido afrontarla”.

Este es el mayor desafío, coincidió Fernández, “la brecha espectacular que se ha abierto en Cataluña, que en términos cuantitativos podemos fijarla en un 50%: está dividida por la mitad. El mayor reto es mitigar la fractura y dejar de ser un escenario de confrontación social”, explicó el abogado.

La reforma constitucional como solución

Ochoa, por su parte, se mostró contrario a la diferenciación “constitucionalista, no constitucionalista”, pues se trata de “un término que usan los políticos y los medios de comunicación”, señaló. El diputado del ICAM también crítico que el Estado “use la CE para defender la legalidad, cuando unos defienden que fue la Constitución del consenso, y para otros fue un parche. Lo cierto es que era una necesidad vital para generar una transformación política tras la dictadura”. De acuerdo al letrado, “parece claro que en muchos puntos la Constitución está obsoleta”, y abogó por “dotar de imaginación” para encontrar el encaje de todos.

En este sentido, Fernández también apuntó que “se podía revisar el encaje constitucional de Cataluña, a la gente joven no le da miedo el federalismo”, y Suñé confió en que “seamos capaces, unidos en la diversidad, de encontrar un proyecto nacional colectivo”.

“A veces el encaje no funciona por voluntad de los encajados”, matizó Grau, y es que “la identidad es algo tan apasionante que cada uno tiene una. Yo estaba programada para desconectar del resto de España” confesó Grau, “no lo hice por amor a la literatura, no podía dejar a Quevedo”. Por eso la periodista, que considera que “Cataluña está rota y los políticos han fallado” concluyó encomendándose a los juristas: “nos quedan ustedes, espero que la Ley ampare la convivencia” declaró.



 




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