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La película “El hoyo” narra una historia que se desarrolla en un futuro distópico dentro de un centro penitenciario gestionado por la Administración y organizado, de manera vertical, por diferentes planos o niveles que se hallan en pisos diferentes, existiendo una celda con dos convictos por cada nivel, que son trasladados al final de mes si sobreviven mientras permanezcan en el centro. Todos los días, baja una plataforma llena de comida que va pasando por las diversas celdas, de modo que los presos de abajo solo pueden comer los restos que dejan los de arriba. En las siguientes líneas se desarrollan la trama y el desenlace y, por ese motivo, se recomienda no continuar mientras no se haya visto la película, a menos que el lector carezca del interés suficiente para dedicarle su tiempo.

Goreng, interpretado por Iván Massagué, al ingresar en el centro penitenciario por un título homologado para un periodo de seis meses, conoce a su compañero de celda, Trimagasi, con el que convive en plena armonía durante un mes en el nivel 47, aunque, al mes siguiente, son trasladados al nivel 171 y Goreng termina matando a Trimagasi, que había intentado asesinar al personaje de Iván Massagué ante la expectativa de morir de hambre. Posteriormente, tras vivir del canibalismo durante un mes, Goreng es trasladado al nivel 33, en el que se encuentra con Imoguiri, que gestionó el ingreso del protagonista en el centro como trabajadora de la Administración y que confía en la autogestión y la solidaridad espontánea, aunque esa idea idílica queda inerte tras demostrar Goreng que las amenazas con los de abajo son más útiles que las súplicas, quedando constatada la imposibilidad de convencer a los de arriba por culpa de la gravedad. Al mes siguiente, aparecen en el nivel 202 e Imoguiri decide suicidarse, encontrándose Goreng con el cadáver de la mujer al despertar en su nueva celda, en la que permanece el mes correspondiente sin otra comida que la que puede extraer del cuerpo de su difunta compañera. Finalmente, Goreng despierta en el nivel 6, en el que coincide con Baharat, con el que alcanza el acuerdo de bajar en la plataforma para repartir la comida a todos los niveles para enviar un mensaje a la Administración sobre el nefasto funcionamiento del establecimiento, en el que no son pocos los suicidios y resultan numerosos los enfrentamientos entre compañeros para poder sobrevivir. Lo más curioso es que, al llegar al último de los 333 niveles, Goreng y Baharat se encuentran con una niña pequeña, que no debía estar allí porque la Administración, según Imoguiri, no permitía el acceso a las instalaciones de los sujetos que tuvieran menos de 16 años.

Son muchas las teorías que se han difundido sobre el argumento de la película, como las relativas a la exposición de las consecuencias del capitalismo, pero, ciertamente, de la película se desprenden numerosas críticas que se podrían entender dirigidas hacia el Derecho Administrativo, cuya falta de mención se encuentra totalmente cubierta por las diversas referencias a la Administración. Las críticas que se pueden hallar son fundamentalmente dos: la falta de eficiencia del Derecho Administrativo y la ineficacia de sus normas.

Para entender los reproches indicados, habría que ver cuál es el sentido del Derecho Administrativo, entendido como conjunto de normas que regulan la organización, la actividad y el control de las Administraciones Públicas. Santiago Muñoz Machado, en el Tomo XIV de Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público general, afirma que “el Derecho Administrativo está construido sobre el principio de la decisión ejecutoria, que se utiliza para la aplicación de las determinaciones legales en general y siempre con el objetivo de satisfacer los intereses generales, que es el fin primero y único de la Administración según recoge en la actualidad el artículo 103.1 de la Constitución”. Además, señala el mismo autor en su obra que “la orientación del Derecho Administrativo de nuestro tiempo no puede seguir siendo la misma” y que “al organizar sistemáticamente las formas de la actuación administrativa, no se puede perder de vista lo esencial, que es explicar adecuadamente cuál es la posición que el Estado tiene en la actualidad en relación con la sociedad”, ya que “no es lo mismo un Estado que se abstiene y retrae, potenciando al máximo la posibilidad de que la sociedad asuma la satisfacción de sus necesidades y organizando los mercados de un modo que los intereses privados y los públicos se conjuguen ordenadamente en ellos, que un Estado que, como el del siglo XX, se preocupa de participar activamente como gestor de empresas y prestador de servicios de toda clase. Estas categorías dogmáticas hay que ponerlas necesariamente por encima de cualquier intento clasificatorio”.

En primer lugar, la crítica a la falta de eficiencia del Derecho Administrativo se puede observar con los trámites que tiene que realizar Goreng para acceder al centro penitenciario. Por un lado, se ve como en una entrevista con Imoguiri, se le piden al protagonista datos que resultan irrelevantes a la luz de la situación que hay en el interior de las celdas, como si tiene alguna alergia alimentaria y que objeto elige llevar al interior de la prisión, sin que se llegue a avisar en algún momento a Goreng de que puede llevar algo más útil para sobrevivir que El Quijote. Por otro lado, Imoguiri, que ha trabajado para la Administración durante muchos años, le indica a Goreng que se confía en la autogestión y en la solidaridad espontánea de los confinados, no entendiendo la Administración que sea necesario adoptar medidas concretar para proteger a los internos, aunque, teóricamente, se protege a las personas menores de 16 años, cuyo ingreso en la prisión no está permitido. De esos detalles se deduce una preocupante insuficiencia en la extensión del Derecho Administrativo para poder cubrir los detalles relevantes, ocupándose, en muchos casos, de aspectos con escasa importancia, algo que pueden aprovechar los que están más cerca de la Administración Pública, que, en la película comentada, se hallaría en el nivel 0.

En segundo lugar, la crítica a la ineficacia del Derecho Administrativo se puede comprobar fácilmente en el momento en que el Goreng y Baharat se encuentran con la niña pequeña en el nivel 333. El descubrimiento sirve para entender que la prohibición de acceso para las personas menores de 16 años, que constituye una de las pocas normas protectoras impuestas por la Administración, no se había cumplido, quedando acreditada la falta de eficacia del Derecho Administrativo, cuya vinculación, al no ser respetado su conjunto de normas por la propia Administración, depende de la bondad de unos pocos que deciden renunciar a sus privilegios para luchar por los más desfavorecidos.

En términos estrictamente jurídicos, podría entenderse que la película intenta hacer referencia a varios preceptos de la Constitución, entre los que destaca el artículo 103.1, que establece que “La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho”. Además habría que mencionar el artículo 9 de la misma norma, que determina que “Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico” y que “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.




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