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El mes de enero nunca trae buenos datos para el mercado laboral y este año 2022 no ha sido una excepción. De acuerdo con los datos publicados hoy por los ministerios de Trabajo y de la Seguridad Social, la afiliación ha bajado en 197.750 (un 1 %) y el desempleo se ha incrementado en 17.173 personas (un 0,55 % más que en diciembre).

Este dato del paro es segundo mejor en enero de toda la serie histórica, pero tiene una cara negativa: todas las afectadas han sido mujeres (17.431 paradas más), mientras que entre los hombres el desempleo ha bajado (258 parados menos). Un desequilibrio por género muy acentuado.

En general, estas cifras responden a la previsible lógica de este periodo, con la finalización de los refuerzos del periodo navideño en comercio y hostelería. Si se eliminan estos factores, con las series desestacionalizadas, la afiliación alcanza los 19,9 millones de trabajadores y suma su noveno mes consecutivo de subidas. Esa cifra, que roza la barrera psicológica de los 20 millones, es la más alta de toda la serie histórica. Se puede, por tanto, concluir que, pese al esperable bache de enero, el mercado laboral continúa por la buena senda.

Pero al margen de estos grandes indicadores, hay un detalle que merece la pena observar ahora que la reforma laboral está a las puertas de su tramitación parlamentaria. Se trata de la tipología de los contratos que se han firmado en enero: han sido casi 1,6 millones, de los cuales 238.672 son indefinidos y 1.357.660 son temporales. Eso significa prácticamente un 15 % de contratos fijos y un 85 % de duración determinada.

Aunque haya una desproporción tan gran de entre ambos tipos de contratos, lo cierto es que ese 15 % de indefinidos es la tasa más alta registrada hasta ahora y supone cinco puntos porcentuales más que los meses de enero de los tres años precedentes.

 

Ese desequilibrio entre contratos temporales e indefinidos es lo que pretende corregir la reforma laboral aprobada el pasado mes de diciembre y que ahora inicia su tramitación parlamentaria. Pero atribuir a este cambio legislativo todo el incremento de la contratación indefinida en el primer mes de vigencia de la norma es demasiado apresurado.

En parte, porque las empresas tienen hasta el 30 de marzo para adaptarse. Y, además, existe una tendencia de fondo en los últimos meses que apunta a la conversión de los dubitativos contratos indefinidos firmados a lo largo de la pandemia en contratos fijos a medida que la situación socioeconómica se estabiliza. Habrá que esperar un plazo razonable y disponer de una cantidad suficiente de datos para sacar lecturas útiles sobre el mercado laboral, al margen de euforias y negativismos propios del debate político.




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