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-         Se presenta en Madrid el Informe España 2018 que incide en cuatro pilares básicos de la transformación social en España: empleo, demografía, desafío territorial y medioambiente.

-          Según el informe, el cambio cultural producido en nuestro país en las últimas décadas no es homogéneo y se caracteriza por una modernización asimétrica: España es uno de los países más avanzados en el apoyo a la libertad individual, pero está rezagado en lo que se refiere a la expresión de las opiniones propias y a la autonomía individual.

-         El trabajo está coordinado desde la Cátedra Martín Patino de la Cultura del Reencuentro de la Universidad Pontificia Comillas y cuenta con el apoyo de la Fundación Ramón Areces

El Informe España lleva 25 años observando la realidad social española desde diferentes puntos de vista y se ha convertido en una referencia a la hora de analizar cómo hemos cambiado durante este tiempo. La edición de 2018 se focaliza en cuatro retos fundamentales para España: el empleo, la demografía, el desafío territorial y el medioambiente. Según Agustín Blanco, director de la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro, “hemos construido un relato que nos puede ayudar a entender el presente y afrontar el futuro desde el diálogo y el consenso necesarios para alcanzar diagnósticos compartidos sobre los verdaderos problemas que afronta la sociedad española”.

Esos cuatro retos –todos relacionados entre sí– han ido apareciendo en el informe de una manera u otra durante cinco lustros y constituyen la espina dorsal de su estructura. Ocurre con el asunto de la demografía. Para las autoras del capítulo en el que se analiza la situación de la natalidad en España, la distancia entre la fecundidad deseada y fecundidad real sugiere la existencia de barreras importantes que impiden a las personas hacer realidad sus deseos reproductivos. “La muy baja fecundidad española –apenas 1,3 hijos por mujer– no es una consecuencia inevitable del desarrollo económico, del aumento del nivel educativo y de la participación laboral femenina o de los cambios en las estructuras y relaciones familiares, sino que está ligada a la creciente precarización laboral de los jóvenes (y no tan jóvenes), el escaso apoyo público a las responsabilidades de crianza de los menores de tres años, las dificultades para conciliar vida laboral, personal y familiar a lo largo del curso de vida, y la persistente desigualdad de género en el trabajo de cuidados”.

El desafío de la natalidad entronca con el del empleo, porque más de la mitad de las nuevas contrataciones tuvieron una duración entre 1 y 15 días y sólo el 7% superaron el año, según se describe en el informe. “Asistimos a cambios profundos y probablemente permanentes en el mundo del empleo que están impactando de lleno en los grandes contratos que sostienen y dan coherencia a nuestra sociedad”, argumenta Blanco. “Tenemos que ser conscientes de que un empleo low cost nos puede conducir a una sociedad y a una política low cost”.

El informe también analiza el reto de integrar a los inmigrantes a las segundas generaciones. Los datos arrojan que la población extranjera en 1993 no llegaba a medio millón de personas (el 1,1% de la población total, el porcentaje más bajo de la OCDE y de la UE) y dos de cada tres provenían de países de la UE y de América del Norte. Sin embargo, en 2017 más de seis millones de residentes en España habían nacido en otro país (un 13% de la población total, el más alto de la UE tras Suecia) y superaban el medio millón los denominados inmigrantes de segunda generación, nacidos en España de padres inmigrantes. “Ningún país de nuestro entorno ha vivido un proceso tan rápido y tan profundo”, sostiene Blanco.

El importante desafío territorial es otro de los pilares en los que se basa el Informe España 2018, en lo que se refiere a los movimientos independentistas o soberanistas y a la perspectiva geográfica, sobre todo a la despoblación del medio rural.

El cuarto y último reto analizado es el medioambiental, que genera fenómenos con un impacto económico y social creciente y con un enorme potencial de reconfiguración de la vida de las comunidades tanto en el ámbito nacional como internacional. “Es necesario proponer una ciudadanía climática global-local, como verdadera palanca de cambio, de metamorfosis de la sociedad, la economía y la política tanto a nivel mundial como a nivel local”.

En general, y según las conclusiones del informe, el cambio cultural producido en nuestro país en las últimas décadas no es homogéneo y se caracteriza por una modernización asimétrica. “Hoy día España es uno de los países más avanzados en el apoyo a la libertad en decisiones individuales y en la oposición a la discriminación por razones de género o estatus, pero se halla bastante rezagado en lo que se refiere a la expresión de las opiniones propias y a la autonomía individual”, sostiene Blanco.




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