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El desgaste, alejamiento, la falta de comunicación al que lleva el estrés por la educación de los hijos y el trabajo son las causas más habituales por las que las parejas deciden divorciarse, según el IV Observatorio del Derecho de Familia de la Asociación de Abogados de Familia (AEAFA).

En opinión del vocal de la AEAFA, Álvaro Iraizoz Reclusa, “el estrés provocado por la crianza de los hijos puede provocar múltiples discusiones, algunas por motivos intrascendentes, desembocando en el peor de los casos en el abandono, el desprecio o la indiferencia absoluta hacia el otro miembro de la pareja.  La excesiva dedicación al trabajo, la complicada conciliación laboral y familiar o la frecuente sobrecarga de uno de los miembros de la pareja en la educación y mantenimiento del hogar, entre otros aspectos, propician la ruptura”, manifiesta el vocal de la AEAFA.

“Según numerosas estadísticas, el grupo de edad que concentra más divorcios comprende edades entre los 40 y 50 años. Es decir, aquellos que a menudo se encuentran inmersos en plena crianza. Se trata de una etapa crítica”, abunda Iraizoz.

Los abogados que cada día afrontan crisis familiares atribuyen el segundo motivo de separación al “desenamoramiento”, que en ocasiones coinciden con el inicio de una relación con una tercera persona.

El IV Observatorio del Derecho de Familia se ha elaborado a partir de una encuesta a los letrados de la AEAFA planteada el pasado mes de diciembre con un 95% de nivel de confianza y un 4,6% de margen de error. Este sondeo se divide en cuatro partes. Las tres primeras analizan las demoras y el desempeño de la Justicia, la audición de los niños y niñas en los juzgados y el funcionamiento de la Oficina Judicial. Sus resultados se presentarán durante las XXIX Jornadas de Derecho de Familia de la AEAFA, que tendrán lugar los días 4 y 5 de marzo en el hotel Meliá Castilla de Madrid.

La separación y el divorcio en España

Desde el 2005, la separación conyugal o el divorcio en España están basados en un sistema no causal. Para solicitarlo y decretarlo no es necesario alegar ni acreditar causa alguna. “Antes había que referirse al abandono injustificado del hogar, a la infidelidad, al alcoholismo, las toxicomanías o a los trastornos mentales, entre otras causas legalmente previstas”, explica el vocal de AEAFA, Álvaro Iraizoz.

“A partir de 2005, basta que hayan transcurrido al menos tres meses desde la celebración del matrimonio para separarse o divorciarse de mutuo acuerdo. En caso de divorcio contencioso, no será preciso el transcurso del plazo de tres meses para la interposición de la demanda cuando se acredite la existencia de un riesgo para la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del cónyuge demandante o de los hijos de ambos o de cualquiera de los miembros del matrimonio”. Transcurrido el plazo de los tres meses, si se interpone divorcio contencioso es irrelevante la causa que haya llevado a ese matrimonio o pareja a la ruptura. Basta que uno lo pida para que el Juez lo conceda. Además, el Juez no permitirá, en relación al motivo por el que la parte inste el divorcio, alegaciones ni pruebas al respecto para verificar la existencia o no la causa por la que se ha decidido instar el divorcio, salvo que alguna de las causas tenga alguna relevancia en aspectos delicados, por ejemplo, la custodia de los hijos”, detalla.

“A pesar de que ya no se necesite “justificar” la causa del divorcio, el cliente que llega a nuestros despachos porque quiere iniciar un proceso de separación, o porque su pareja ya lo ha iniciado, nos explica de forma explícita o tácita, las causas que le han llevado hasta ese punto de no retorno”, señala Iraizoz.

Las doce razones más citadas por los abogados de AEAFA son las siguientes:

  1. El desgaste, alejamiento y la falta de comunicación al que lleva el estrés provocado por la crianza de los hijos y el trabajo.
  2. Desenamoramiento. A veces, acompañado del inicio de una relación con una tercera persona.
  3. Infidelidades
  4. Dificultades económicas. “Hacen cierto el dicho de que cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana”, afirma Iraizoz.
  5. Discrepancias que surgen a raíz de la crianza y de la educación de los hijos. Se pone en evidencia estilos de vida y valores completamente distintos.
  6. La excesiva presencia de las respectivas familias políticas que generalmente ayudan, pero que a veces también ahogan. Sobre todo, cuando uno de los miembros de la pareja mantiene vínculos de excesiva dependencia con su familia de origen.
  7. Irritabilidad o mal carácter. En casa, con nuestros más íntimos, se nos caen las caretas. Aprovechamos la confianza de aquellos que más nos quieren y que nos necesitan para sacar la peor de nuestras versiones. ¿Nuestro verdadero yo?
  8. Elección de una pareja con un carácter incompatible e irreconciliable con el nuestro.
  9. Adicciones.
  10. Violencia de género, doméstica, trato inadecuado entre los miembros de la pareja.
  11. Dificultad para gestionar las emociones que genera el surgimiento de enfermedades, físicas o mentales, o agravamiento de las ya existentes en algún miembro de la familia.
  12. Cuando uno de los miembros de la pareja “sale del armario”, aceptando su verdadera orientación sexual.

“La mayoría de las personas que malvive en pareja se identificarán con más de una de estas causas.  Quizás, identificarse uno mismo en alguna de estas situaciones sea el primer paso para cambiar el rumbo que nos conduce directos a la separación (si todavía estamos a tiempo de corregirlo). Pero si la ruptura es irreversible, hay que recordar que, tal y como sostenemos desde las Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), el verdadero drama no es separarse, sino separarse mal”, insiste Iraizaoz.




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