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¿Sabías que hasta 2001 los abogados no podían utilizar la publicidad para ofrecer sus servicios? ¿Y que hasta 1995 estaba prohibido incluso informar de forma objetiva sobre su actividad? Históricamente, esta profesión ha permanecido de espaldas al mundo de la comunicación por considerarse una práctica poco adecuada teniendo en cuenta la función social y los principios éticos y deontológicos que la envuelven.

Con este panorama, no resulta raro que el sector haya entrado tarde y de forma tímida en el mundo de la comunicación. Un interesante artículo del periodista jurídico Carlos García León para Expansión recoge cómo el despacho que más factura en España, Garrigues, no tuvo cuenta en Twitter hasta principios de 2013. Actualmente ya cuenta con más de 7.500 seguidores. Otro de los grandes, Uría Menendez, sigue sin tener perfil en esta red social. La excepción que confirma la regla es Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, que se unió a la red en 2010 y que ya cuenta con más de 13.000 seguidores.

¿Qué lección podemos extraer de estos datos? Pues que entrar en la red ha costado (y sigue costando) mucho en el mundo de la abogacía, pero con una buena estrategia la respuesta de los potenciales clientes puede ser muy positiva. Además, la ausencia de una generalización del uso de las redes sociales e Internet en el ámbito jurídico hace que el momento sea idóneo para marcar la diferencia y posicionar tu despacho por delante de tus competidores. Últimamente comienza a hablarse del marketing jurídico y muchos despachos empiezan a abrir las puertas a la posibilidad de invertir en cuidar y mostrar su imagen, pero ni mucho menos se trata de una práctica extendida.

ENTONCES… ¿CÓMO LO HACEMOS? 

Necesitas una web (estética e intuitiva), un blog (trabajado) y, como mínimo, cuentas en Facebook, en Twitter y en LinkedIn. Con este pack bajo el brazo, podrás empezar a trabajar, pero antes de lanzarte, te damos algunos consejos:

1. Cuida tu lenguaje

Un abogado debe ponerse en la piel del público y aprender a mostrar lo que sabe hacer con un lenguaje sencillo y cercano. Los tecnicismos asustan y a veces no interesan a quien va a contratar tus servicios: basta con que el cliente confíe en ti para que seas tú, y no otro, quien le ayude a resolver su problema.

2. Olvídate de los párrafos eternos

Una tendencia muy común entre los abogados es publicar en la red textos con párrafos muy extensos, con demasiada información y, en definitiva, muy poco atractivos para el lector. Sabemos por experiencia que es difícil romper con esta tendencia cuando trabajas a diario con textos de ese tipo, pero es mucho más efectivo dosificar la información e incluir puntos, enumeraciones… Leer en la web es muy diferente a leer en papel, y eso significa que la forma de expresarnos también debe variar si queremos ‘enganchar’ al lector.

3. ¡Muéstrate!

Un ‘abogado 2.0′ aprovechará la web para afianzar su marca personal y exhibirse. Ello pasa por mostrar su propia imagen (puedes recurrir a fotografías o incluso videos didácticos) para que los internautas te ‘pongan cara’ y se sientan más cercanos a ti. No olvides que la ‘beauty parade’ de la abogacía también existe en la red.

4. Dialoga con tus clientes

Una de las grandes ventajas de la web es que amplifica las posibilidades de interacción de potenciales clientes con tu empresa. Aprovéchalo. Contesta a sus dudas, genera debate, utiliza los temas jurídicos de interés para ofrecer una opinión formada. En otras palabras, explota lo que sabes y exponlo en un espacio en el que probablemente llegará a más gente que mediante cualquier otra vía.

5. Vive ‘pegado’ a la actualidad

Sabemos que, con tanto cambio legislativo, no resulta nada fácil, pero estar al día y compartir novedades a través de tus redes genera mucha confianza y te ayuda a ser parte del debate, así como a generar sinergias con otros profesionales del sector. Simplemente, trata de mostrar que haces bien tu trabajo y que no hay día en que no revises el BOE nada más salir de la cama.

6. Acércate a los medios de comunicación

Que no te dé miedo. Muchas veces los despachos pierden la oportunidad de enseñar lo que saben a través de los medios de comunicación (también digitales) porque creen que lo que tienen que contar no va a ser interesante, o bien que el periodista no va a saber trasladarlo. Nada más lejos de la realidad: existen medios especializados en Derecho y muchas veces el privilegio de opinar en una revista se lo lleva no necesariamente el que más sabe, sino el que mejor se mueve hasta llegar a ella.

 




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