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  • Desde el 16 de marzo, día en que el Gobierno Español decretó el Estado de Alarma, el auge de información saturó los medios de comunicación y las redes sociales. Semanas después, La Organización Mundial de la Salud (OMS) habló de una nueva pandemia: la infodemia, o sobreabundancia de información, de rumores, bulos y datos falsos.
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  • Para Celestino Rom, socio del despacho de abogados y economistas GR Consultors, “la difusión de fake news puede considerarse un delito, siempre que se tenga en cuenta el mensaje que lleva aparejado”. Para Enán López de Freitas, CMO de la agencia White Rabbit, “es importante pensar en los métodos que se van a tener en cuenta durante el desarrollo de campañas digitales, para prevenirnos de los bulos”.

Las noticias falsas son peligrosas, agresivas, engañosas. Incluso pueden ser un grave problema dentro de una estrategia de comunicación digital, y hasta un delito, si hacemos hincapié en la revisión de contenidos. Es que en España, al igual que en la mayoría de los países afectados por el coronavirus, se está produciendo un acelerado viraje hacia el consumo digital y, en consecuencia, a la creación de bulos o fake news.

En este contexto, Enán López de Freitas, CMO de la agencia de comunicación y marketing digital White Rabbit, explica que “los ciudadanos están consumiendo más información en los medios digitales, por lo que la construcción de noticias falsas está creciendo”. Y agrega: “por ello es que es tan importante generar una estrategia de comunicación integral que prevea los posibles ataques de fake news, bulos y datos falsos de información”.

Celestino Rom, socio del despacho de abogados y economistas GR Consultors, profundiza: “difundir bulos puede, según las circunstancias, constituir delito de injurias o de calumnias, aunque si se difunden pensando que son veraces, no debería ser un problema”. En este sentido, agrega, “la Constitución protege el derecho a recibir información veraz por cualquier medio y sin ningún tipo de censura previa. El responsable sería, entonces, quien realice el hecho delictivo”.

Difundir fake news: ¿es delito?

Para determinar si la difusión de fake news se considera un delito, hay que controlar el mensaje: si se lesiona la dignidad o fama de una persona concreta, puede considerarse un delito de injurias, regulado en el artículo 208 y siguientes del Código Penal, y castigado con hasta una pena de multa de 6 a 14 meses.

Las fake news o bulos existen en cuanto exista un objetivo. Este puede ser solo económico, como ganar dinero con ellos; o bien políticos e ideológicos, influyendo en el pensamiento de la sociedad y llevándolos a una línea ideológica determinada.

Para el sector del marketing y la comunicación, las fake news generan dicotomía: “existen empresas que recurren a la publicación de fake news para aumentar sus kpis diarios, como el número de clics”, afirma López de Freitas. “Y es que apagar el fuego siempre es más difícil que avivarlo, y siempre será más complicado desmentir un bulo o noticia falsa, que crearla”, agrega.

De esta forma, cualquier información falsa puede destruir el prestigio de una marca. Es por ello que los equipos de marketing deben tener una estrategia definida para actuar en estas situaciones, y estar preparados para gestionar una crisis en todos los canales y medios digitales.

Para Rom, lo importante es tratar de evitar difundir noticias que atenten contra la intimidad, o menoscaben la integridad del protagonista del mensaje que te llegue. “En relación a los desórdenes públicos, la clave será evitar dar mensajes de alarma a la población, si no se tiene un conocimiento de que realmente existe el peligro y éste proviene de una fuente oficial”, concluye el abogado especialista en estos temas.

De cualquier manera, el aislamiento parece favorecer la propagación de bulos y desinformaciones debido al aumento de tiempo ocioso que tienen las personas, que lo dedican a leer y difundir todas las informaciones que les llegan, sin chequearlas previamente.

La mejor solución será, entonces, no convertirse en cómplices de la infodemia o desinformación, y hacer caso solo a aquellas informaciones que provengan de fuentes oficiales, como profesionales sanitarios, periodistas, webs y perfiles oficiales de redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram




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