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La parte actora, había planteado dos demandas, reclamando en cada una de ellas cosas distintas contra los mismos demandados. Por razones de procedimiento, no podían acumularse para verlas en un solo juicio, motivo por el cual, teníamos que celebrar dos. Uno para cada petición. Esto si, lo que se decidiese en un pleito afectaba de lleno al otro hasta el punto de que el Juez que tuviese que dictar sentencia quedaba totalmente vinculado por cuanto se decidiese en el otro asunto. Es lo que en nuestro oficio llamamos “prejudicialidad”.

Pues bien, las maravillas del reparto de asuntos provocaron que el asunto que condicionaba al otro viese señalado el juicio con posterioridad al primero, de modo que no quedaba otra que suspender este juicio y celebrarlo cuando el otro ya tuviese sentencia firme. El abogado de la parte actora, con buen criterio, pide la suspensión del juicio por este motivo y se la deniega el Letrado de la Administración de Justicia. No da tiempo a recurrir la decisión y nos encontramos todas las partes en el Juzgado, el día “D” a la hora “H” , con la cosa aquella de que algo no acababa de ir bien. Y efectivamente. Antes de entrar en Sala, el Auxilio Judicial, dice aquello de “… solo los letrados…” que viene a querer decir que SSª quiere hablar con nosotros pero sin la presencia de nuestros respectivos clientes.

Nos dice que se tiene que suspender, a lo que el letrado de la parte actora dice que se lo ha pensado mejor y ahora es él quien no quiere suspender. SSª insiste pero queda claro que no quiere mojarse para no contradecir la propia decisión de su Juzgado. Entonces salgo yo y digo que yo si quiero suspender (me venía de perlas, para la mejor defensa de los intereses de mi cliente…) y los demás, vienen a soltar aquello de que “…no se oponen..” que es también lo que se dice cuando no quieren mojarse. Como SSª quería suspender, me toma la palabra y me dice que si se lo pido, me lo concederá. Y entonces, se reparten los papeles: Quedamos que el compañero del actor mantendrá que quiere celebrar el juicio, que SSª nos dará un turno de palabra para que cada parte diga la suya, que yo pediré la suspensión, que los demás dirán que no se oponen y que él la acordará. Hasta consensuamos la fecha de cuando se señalará la fecha del nuevo juicio, después de conciliar las respectivas agendas.

El Auxilio Judicial, llama a las partes que entran en Sala. Y se pone en marcha el sistema de grabación videográfica de vistas del Juzgado. Y cada uno de nosotros, interpreta su papel siguiendo milimétricamente el guion previamente establecido. La grabación del acto queda preciosa, impoluta. Parece que todo se ha cocido sobre la marcha, puesto que nadie explica lo que ha ocurrido antes.

Episodios como el que acabo de contar, son cada vez más frecuentes. Pronto y a este paso, en lugar de estudiar derecho, tendremos que estudiar artes escénicas.




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