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El otro día hacia un relato telegráfico de lo que me había ocurrido durante los días hábiles de una semana en los Juzgados de lo Social. Hoy me limitaré a un solo día, mejor dicho, una mañana.

El día en cuestión, tenía dos juicios en el mismo Juzgado, lo que se supone es una ventaja por aquello de matar dos pájaros de un tiro. Pero “a priori” se adivinaba ya una dificultad. El primero de los juicios, era a las 11:00 horas, y el segundo a las 11:40. Y eso de empezar a las 11 suele implicar apechugar con los retrasos que se han ido acumulando desde las 9 horas de la mañana.

Y la intuición del veterano no me falló. Cuando llegué a la Sala a eso de las 10:45 horas, estaban haciendo el juicio de las 9:45 y estaba por hacer también uno de antes que precisaba utilizar este magnífico invento que es Webex, que según se comentaba por los pasillos, llevaba un primer intento de conexión fallido, algo que por otra parte ya es tradicional puesto que el engendro de videoconferencias judiciales casi nunca funciona a la primera.

Así que me armé de paciencia y aproveché, como solemos hacer casi siempre, para departir con los demás compañeros, tras cerciorarnos de si son el de las 11, el de las 11:15 o esos de la videoconferencia fallida. Este ejercicio sirve además, para establecer una especie de categorías entre nosotros, de modo que el de las 11 es considerado siempre mejor que el de las 11:15. Más que nada, porque podrá irse antes, presumiblemente, al menos. Y eso siempre otorga un nivel.

En estas pesquisas estaba, que me encuentro con mi contraria en el juicio de las 11:40 horas, que eso es algo que suele hacer cierta ilusión porque uno ya tiene un compañer@ de espera con el que ir pasando el rato. Y eso hicimos… y como vimos que teníamos algunas cosas en común, empezamos a forjar lo que al final de la jornada fue ya calificable de una gran amistad. Me contó cosas de una hija suya que es un prodigio con los estudios y yo no me quedé corto presumiendo de los logros de mis dos hijos. Luego pasamos a un tema clásico entre los de mi generación: Que si quiero jubilarme, que no lo tengo muy claro y estas cosas… En este estado de la conversación, llegan rumores de que por fin va a celebrarse el juicio del Webex…. Y efectivamente, entran las partes en Sala… Tras una media hora, vuelven a salir sin haber celebrado, porque finalmente el sistema dijo que ese día no estaba para que le tocasen los Webex..

Y así, a lo tonto, las agujas del reloj marcaban ya las 13:15 horas y por fin, entramos a celebrar el de las 11:00 horas. Nada más sentarnos en el estrado una de las codemandadas, pone de manifiesto una cuestión previa de orden público procesal y SSª no tiene más remedio que suspender el juicio. Eso si, como parece que es demasiado fácil grabar la suspensión a través del sistema de videograbación de las vistas, nos mandan a la oficina judicial (siete pisos más arriba) para hacer el acta al estilo tradicional. Levanto tímidamente mi dedo índice y me atrevo a explicar que como tengo otro juicio luego igual cuando van a celebrarlo yo estoy esos siete pisos más arriba y me dan por incomparecido y sugiero que como mi contraria está allí y el juicio de las 11:40 (consensuado previamente con ella) es de afirmarse en la demanda, prueba documental y conclusiones a definitivas, lo celebremos ya y así no tenemos que andar sufriendo por si no llego en el momento que nos toque celebrarlo por turno. Parece que la solución también es demasiado sencilla y me dicen que no, pero que no van a firmar el acta en la oficina judicial hasta que yo no quede libre, que en eso esté tranquilo. Mi lógica no comprende por qué razón tenemos que hacer esperar a las demás partes para firmar un acta de plantilla, pero así quedo la cosa.

Así que salgo de la Sala y retomo la conversación con mi ya amiga íntima. Ahora ya empezamos a hablar de los nietos que aún no tenemos pero que queremos tener…Pasan tres juicios más y por fin entramos a celebrar el de las 11:40 a eso de las 14 horas. Y lo dicho. Afirmación y ratificación de la demanda, oposición telegráfica, prueba documental y a definitivas. Seis minutos de reloj.

Me despido de mi entrañable compañera y subo los siete pisos hasta la oficina judicial. Efectivamente, me estaban esperando. Tenemos que hacer una corrección en el Acta y luego firmamos. Finalmente consigo abandonar la sede judicial a eso de las 14:30 horas. Tres horas y treinta minutos, para trabajar efectivamente seis minutos.

Y ahí lo dejo.




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