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“… En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras” Bertrand Rassell

España necesita dar un giro de 180º a su Administración de Justicia

Creo humildemente que se debería plantear un análisis transversalmente poliédrico, para abordar todas y cada una de las distintas “caras” como realidades interconectadas que configuran la estructura de una Justicia inadaptada a los grandes procesos de transformación social, cultural, tecnológico y de gobernanza que se están llevando a cabo en las sociedades más avanzadas (Ver el Ranking elaborado por World Justice Project)

La naturaleza de muchos cambios está basada en una esencia rupturista, de superación y/o evolución. Parece que España todavía no ha sabido definir, ni transmitir el modelo de Justicia que quiere construir, como arquitectura de un sistema que funcione de forma mucho más eficaz que hasta la fecha, desprendiéndose de lo que se ha quedado obsoleto e innovando.  

-Los retos de las justicia española

Son muchos los retos que desde diferentes plataformas de profesionales de la Justicia se han ido identificando. Algunos de ellos: la Justicia española debe hacer cambios estructurales importantes, actualizar procedimientos, despolitizar tribunales, innovar, hacerla más próxima a la ciudadanía, mejorar en transparencia, depurar malas prácticas, apostar por una formación más especializada durante el ejercicio que ayude a los profesionales a adaptarse a los nuevos retos y realidades sociales. La Justicia necesita mejorar la gestión de sus recursos y todo ello, acompañado de una imprescindible digitalización global que contribuya a hacer que el mecanismo de engranaje, sea más ágil y eficaz para todos los operadores y en especial, para las personas, en tanto que usuarias.

Estoy pensando en lo asimétrico que es para nuestra Justicia contar con un cuerpo de profesionales jóvenes muy bien preparado y nativo en Internet que se incorporan a una administración muy deficiente en lo que respecta al uso de las TIC.

Cuando estamos ya en la cuarta revolución tecnológica, la Justicia española continúa sin dar el salto cualitativo y de innovación que necesita para ser más eficiente, competitiva y sostenible. Muchas son las fortalezas con las que cuenta para realizar este impulso que la sitúe en el lugar que debería ocupar como administración dentro del sistema global de la Justicia en el mundo, y no sólo en términos de Estado. Pero sobretodo, es necesario porqué la sociedad lo reclama desde hace décadas.

Disponemos de grandes asociaciones y colegios profesionales que están en parte supliendo esas deficiencias con esfuerzo, creatividad y compromiso. La Abogacía española es un ejemplo y en su conjunto, ha evaluado y expuesto en diversas ocasiones las necesidades y algunas de las soluciones que podrían hacer frente a los retos de la Justicia del siglo XXI, entre los cuales destaco los de la Justicia Gratuita. Creo que es importante también, poner en valor el ingente trabajo de los colectivos que han reivindicado lo injusto de las Tasas Judiciales (Brigada Tuitera) y que finalmente el Tribunal Constitucional ha anulado. La judicatura en sus distintas plataformas de profesionales independientes, lanzan a menudo indicaciones que se deberían tener en consideración por parte de los gobernantes.

La Igualdad en la justicia es otra de las grandes asignaturas pendientes. Está muy lejos de ser plenamente asumida por el sistema. Diversos colectivos de mujeres abogadas, juezas, procuradoras, fiscales, juristas, forenses…organizadas entorno a plataformas como Mujeres Juezas o Dones Juristes por ejemplo, están aportando innumerables iniciativas que proponen cómo alcanzar la Igualdad, a través de distintos mecanismos y procedimientos. Les sugiero que lean el catálogo por la Igualdad en la Justica. de la Asociación de Mujeres Juezas de España.

Asimismo, hay una idea que “persiste” y es que la justicia española sigue siendo lenta, me atrevería a decir incluso, costosa, si nos focalizamos en una deficiente gestión de sus recursos. Son conocidos los Informes del Consejo General del Poder Judicial sobre los efectos de la crisis en la Justicia.

Pero lo que más me preocupa, porque dinamita los pilares de nuestra democracia, es que comienza a ser muy inquietante la percepción que tiene la ciudadanía en la falta de independencia de los órganos judiciales. Se habla de sentencias “parciales” de altos tribunales, cuando se desdibujan los límites de la separación de los poderes del Estado.

-Los datos del CEPEJ

No es de extrañar que los datos del CEPEJ confirmen, tal como se ha expuesto anteriormente, que la justicia española debe abordar de inmediato una profunda transformación

Según los diferentes barómetros que evalúan el buen estado de la Justicia a nivel europeo, los informes desvelan que la Justicia española es poco eficiente, de escasa calidad, muy lenta en resolver  y es una de las menos independientes de Europa. Este es el retrato realizado por el Cuadro de Indicadores de la Justicia en la Unión Europea correspondiente a 2016 que evalúa a las administraciones judiciales de los miembros de la UE en función de datos facilitados por la Comisión Europea para la Eficacia de la Justicia (CEPEJ) del Consejo de Europa y por la Red Europea de Consejos del Poder Judicial. 

Como novedad en este cuadro de Indicadores del 2016 se incluye por primera vez, los resultados de encuestas del Eurobarómetro que examinan más detalladamente la imagen que tiene la ciudadanía y las empresas de la UE de la independencia judicial. Esta edición también usa nuevos indicadores en particular, sobre formación judicial, encuestas entre usuarios en los Estados miembros, acceso a asistencia letrada y existencia de normas de calidad.

-Un necesario equilibrio

  
Es un hecho constatable que los cambios sociales, provocan cambios normativos cuyo objetivo es justamente adaptarse a esa nueva realidad dinámica en permanente transformación.

Pero los cambios legislativos que regulan y ordenan la nueva realidad de por sí, no son suficientes, si las instituciones que deberían hacerlos posibles no se innovan. Se produce así un desequilibrio entre la aprobación de nuevas leyes y su efectiva aplicación.

Creo que podemos alcanzar ese equilibrio necesario en el “ecosistema” de nuestra Justicia y convertirla en un referente del mundo civilizado, porque efectivamente en el marco de la globalización, aparecen muchas amenazas, pero también muchas llamadas de auxilio hacia los países más desarrollados y democráticos que esperan nuestra respuesta.

A la vista está que una parte del tejido profesional de la Justicia española ya lo ha hecho reiteradamente, ahora la pelota está en el tejado de los políticos y aspirantes a gobernantes, esperemos que más pronto que tarde reaccionen y lideren los cambios que hay que impulsar, entre otros, en la Justicia.




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