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He estado apagando el fuego con gasolina. David Bowie

Esta frase expresa una metáfora de la realidad de muchos conflictos: se agravan porque se insiste en soluciones que no son las adecuadas.

Los conflictos nacen en las relaciones y éstas se desarrollan en complejos sistemas sociales y familiares con el ser humano como elemento nuclear

La realidad es compleja, los sistemas son complejos, el ser humano es complejo y los conflictos son complejos

Esta es la materia con la que se tejen las relaciones y donde lucen los conflictos.

La complejidad relacional y personal influye directamente en la gestión de los conflictos donde, a veces, lo que parece la solución es el problema.

 

1.RESTABLECER EL EQUILIBRIO:

En ocasiones, restablecer el equilibrio es sencillo, el cambio deseado se verifica con la aplicación de lo contrario que produjo la desviación.

Por ejemplo, si hace frío aumentas la temperatura de la habitación para tener un entorno confortable; si sigue disminuyendo, la subes aún más y te pones ropa de más abrigo.

Pero sólo con profundizar y analizar un montón de problemas o desviaciones a la norma, verás que aplicar esta lógica no soluciona el problema.

Seguro que alguna vez has estado triste y las personas de tu entorno, con buena intención, te han animado. Contrariamente a lo deseado, no solo no te has animado, sino que al sentirte incapaz de animarte te sentiste peor, puede que culpable, frustrado, incapaz de seguir esos consejos que con tanto cariño te brindaban, tu tristeza aumentó con la soledad y la incomprensión.

El problema no era la tristeza, que es un estado anímico normal ante situaciones de la vida, sino la aparente solución anímate que agrava y ralentiza la solución

(PARÉNTESIS: Esta es una situación donde el silencio activo propuesto en mi anterior artículo es lo mejor que se le puede ofrecer a alguien que está atravesando una situación parecida)

2.LA PARADOJA

Esta situación tiene directamente relación con la comunicación, en lo que decimos y para qué lo decimos.

Frases como “¡Sé espontáneo!” “Quiero que mi hijo estudie, no porque se lo diga sino porque él quiera estudiar” “Quiero que me quieras (pero si te lo digo es que no me quieres)”.

Este tipo de comunicación pretende obtener no sólo un comportamiento sino también la emoción y la intención: mover lo más intimo de otro ser humano.

Hay algo que quieres y te comunicas para obtenerlo, pero el hecho de “tener que decirlo” supone decepción, frustración, desconfianza…y aumenta el problema.

Esperas que el otro actúe como te gustaría, pero sin decírselo, porque tiene que saberlo.

Por ejemplo, en el trabajo:

  • Si eres responsable te gustaría que tus colaboradores estuvieran realmente comprometidos y tuvieran iniciativa. El tener que pedírselo te decepciona.
  • Si eres asociado junior, te agradaría que tus superiores te reconocieran y valoraran por tu trabajo y desempeño, sin que tuvieras que solicitar dicho reconocimiento y valoración, hacerlo supone perder parte de la ilusión y compromiso con los que comenzaste en la empresa.

Las personas no caen en hacer lo que sería mejor para ese programa o para conseguir esos objetivos, no les nace, tienes que decírselo; o tienes que hablar con el senior para que te dé el día libre y te pone mala cara porque no recuerda que llevas trabajando más de 10 horas diarias durante el último mes en ese proyecto tan complejo y te tocará recordárselo.

Sigue leyendo porque quiero mostrarte otra manera de interpretar esta situación.

Seguro que te suena algo parecido a esto:

  • Quiero que me quieras
  • Yo te quiero
  • No, no me quieres, no te creo
  • Que sí, que sí te quiero.

Así hasta el infinito. Cuanto más se pide más se ahonda en la desconfianza que nace de una de las partes, pero terminará calando en las dos.

En este caso, como en todos los que se habla de emociones, lo que falta es un acuerdo en como se manifiesta esa emoción para cada uno.

Si en lugar de la emoción, “quiero que me quieras”, hablaran de experiencias:

  • Me gustaría que me llamaras todos los días
  • Me resulta complicado llamarte todos los días, pero me encantaría cenar contigo todas las semanas, al menos una vez.
  • Eso está muy bien, pero me siento intranquila si no me llamas todos los días.
  • Yo pienso en ti a todas horas, pero hablo tanto con tantas personas, que el teléfono me causa más tensión ¿te parece que te mande mensajes?
  • Eso estaría genial y yo me comprometo a no chatear mucho contigo si me dices que estas cansada.

Se establece una negociación sobre las acciones, sobre la experiencia que para cada uno es sentirse querido, porque cada uno buscamos experiencias distintas para realizar nuestros anhelos emocionales.

Igualmente, para el compromiso, el reconocimiento, la motivación… pide conductas o hechos, deja al margen la emoción.

La clave es tener en cuenta que el otro tiene sus propias vivencias, problemas, forma de ser y que, muy posiblemente no esté “leyéndote” siempre, tienes que ayudarle a conectar contigo.

Y, por último, vamos a dar otra vuelta de tuerca a este estilo: adivino lo que te hace falta, te lo ofrezco pero ¡lo rechazas!

3.TRABASENTIDOS

Cuando se dice lo contrario de lo que se quiere y necesita:

  • ¿Quieres que te ayude?
  • No, gracias, no hace falta (estoy hasta arriba de trabajo, claro que quiero que me ayudes)
  • Seguro que no necesitas ayuda
  • Seguro (no, si al final se irá sin ayudarme)
  • Bueno, si quieres me avisas
  • Claro no te preocupes (otra vez sola con todo el problema, como siempre)

Puede que te sonrías al leerlo porque seguro has vivido algo muy parecido en el trabajo y en la familia.

Este estilo es normal en sistemas muy competitivos, en personas inseguras de sí mismas o de su rol.

Con este estilo de comunicación/relación, tarde o temprano se manifestará el conflicto, si no existe ya.

CONCLUSIÓN

No sé cuando aprendimos que pedir lo que se necesita no es adecuado, porque los demás, si son como “Dios manda”, deben adivinarlo e ¡insistir lo suficiente!

Deja los oráculos para los profesionales de tan rara arte.

Y trabaja en la no menos rara arte de la comunicación:

  1. Si quieres satisfacer una emoción, identifica que experiencia buscas y con que acciones se realizaría.
  2. Formula las peticiones en positivo, concrétalas de forma que se pueda medir su cumplimiento.
  3. Mantente abierto a la negociación.
  4. Recuerda que el otro puede estar en su mundo y no darse cuenta de tu necesidad. Acepta su sorpresa o resistencia inicial.
  5. Piensa que el otro puede creer que ya está satisfaciendo tu necesidad porque su experiencia emocional se realiza de manera diferente a la tuya. Creo que sabes que estoy comprometido con el proyecto porque me quedo a trabajar hasta tarde, pero tú lo que quieres es que te rete y proponga ideas nuevas.

Nadie, tú tampoco, tiene dotes adivinatorias, por eso da mucha tranquilidad que los demás pidan lo que quieren e intranquiliza que no lo hagan y pretendan que se adivine. Acoge con agradecimiento las peticiones que te hagan y, sobre ellas, negocia.

Como ves, la clave es LA COMUNICACIÓN.

Porque hablamos de personas, hablamos de relaciones y hablamos de comunicación. No existe lo uno sin lo otro.

Si quieres fortalecer relaciones, buscar conexión, aunar emociones y voluntades no hay más fórmula que trabajar la comunicación.

Lee los artículos ya publicados sobre comunicación y permanece pendiente a mis entradas, porque nos importan las personas, nos importan las relaciones, nos importas tú.

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