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Aunque una ha dejado aparcado hace años en el baúl de los recuerdos la cuestión existencial de las adoraciones tengo que reconocer que soy devota de estas dos mujeres. Mujeres que han dedicado su vida a mejorar las vidas de otros. A mejorar la vida de los que viven en panópticos o prisiones o penales o cárceles o centros penitenciarios, el término es lo de menos. Y qué curioso que hayan sido mujeres las que más se han acercado al entorno penitenciario tan cruel, tan duro. Tal vez el hecho de ser mujer te aproxima a una sensibilidad especial necesaria para comprender este caótico submundo jurídico de las ejecuciones que privan de la libertad. Aliviadoras del dolor. Siempre comprensivas con el error humano. Estas dos mujeres estaban hechas de madera de boj, al estilo Cela, con esa fuerza inamovible para luchar contra los horrores del sistema. Soy devota y no puedo ocultarlo. El tesón que han demostrado en épocas de la historia de España bastante más difíciles de las que hoy vivimos es digno de devoción y a ellas me encomiendo cuando desfallezco en esta lucha personal sin contemplaciones cuyo fin es el de mejorar los centros penitenciarios de este país sin parangón donde no se valora el esfuerzo de muchas personas por cambiar un sistema que ya no nos sirve.

Concepción ArenalConcepción Arenal, gallega como la que suscribe, una mujer visionaria que vivió en un tiempo donde la mujer era un adorno y ella fue un adorno incómodo para el poder de la época. Lejos de recrearse en los manjares de la vida placentera que podía proporcionar su status se dedicó a defender a los pobres y necesitados, a visitar en 1863 a las presas como visitadora de cárceles de mujeres, arriesgando a veces su propia vida y rebelándose constantemente contra las injusticias del poder…. Siempre crítica pero constructiva, aportando mil soluciones posibles a los problemas con lo que se topaba. Atrevida, tanto que se vistió de hombre para poder cursar Derecho. Cuando decaigo en mi lucha me dirijo al estante donde reposa su bibliografía casi al completo, cojo al azar un manual, lo abro, leo un párrafo… y siempre me reconforta. Aquella fuerza, aquella constancia, aquella valentía. Aquella sensibilidad a flor de piel. Aquella inteligencia abrumadora. Esa primera visitadora fue la que sentó las bases para mejorar los centros penitenciarios en España, para humanizarlos. Decía: “Un hombre aislado se siente débil, y lo es”. Por cómo se comportó, por cómo luchó contra la injusticia del tiempo en que le tocó vivir, por cómo sostuvo la valentía de ser diferente. Por todo eso y más: mi devoción por esta mujer.

Victoria KentVictoria Kent, abogada, que no abogado. Directora general de prisiones en 1931/32 donde desde el poder que se le confirió ayudó a mejorar aquellas inhóspitas cárceles españolas tratando de establecer la idea de que la sociedad debe recuperar al delincuente, reeducarle para que pueda volver a formar parte de esa sociedad cuyas normas ha quebrantado. Estableció permisos de salida, clausuró más de 100 centros penitenciarios por estar en pésimas condiciones, eliminó los grilletes, mejoró la alimentación de los reclusos, eliminó privilegios de los funcionarios de este Cuerpo…intentando llegar a algo denominado la dignificación del recluso. Otra gran mujer preocupada por mejorar las condiciones del delincuente en prisión. De ella me acuerdo cuando observo que los poderes públicos no hacen lo suficiente, un siglo después, por mejorar las condiciones de los reclusos.

Estas dos mujeres han hecho historia. Leer sus numerosos textos puede ayudarnos a entender la lucha social que emprendieron como activistas que eran y a la que dedicaron sus vidas. Inigualable ese afán por modificar el entorno penitenciario para mejorarlo. Son los dos pilares intelectuales en los que baso mi propósito y misión, en los que fundamento mi lucha que consiste en aportar soluciones factibles a los problemas que se topan los reclusos en el siglo XXI en un país como España. Continuar la labor, el proyecto de humanizar los centros penitenciarios para que la estancia de quién allí se encuentra sea lo más llevadera posible, tratando a los inquilinos como personas. Que es lo que son. Y no debemos olvidar.

Dedicado a estas dos grandes pensadoras




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