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INTRODUCCIÓN

Hace unos días en el partido de liga Valencia-Madrid se produjeron una vez más, insultosracistas. De hecho, el partido estuvo detenido cerca de diez minutos en el segundo tiempo debido a un enfrentamiento de Vinicius con un aficionado che, el cual acusó el brasileño de insultos racistas. Con el juego detenido, el colegiado instó a condenar los hechos por megafonía para poder reanudar el partido.

Desde estos acontecimientos se han sucedido declaraciones, reflexiones y debates sobre si España es racista y cómo gestionar estos delitos de odio. Como siempre, tanto a nivel administrativo como penal tal parece que lo único que se nos ocurre es el castigo, pensando que la “letra con sangre entra”. Sin embargo, no nos hemos parado a pensar que se trata de delitos ideológicos en los que el simple castigo no va a acudir a las causas del delito, impidiendo que la persona ofensora reitere estas conductas con otros seres humanos. Por eso, sería hora de pensar en las posibilidades de la justicia restaurativa tanto a nivel interpersonal para buscar la mejor asunción del daño por los responsables como a nivel estructural.

OPCIONES RESTAURATIVAS EN DELITOS DE ODIO

Según el Ministerio de Interior, un delito de odio es cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, en las que la víctima, el local o el objetivo de la infracción se fundamente por su “conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo”, ya sea real o percibida. Este grupo “debe estar basado en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar”. Por tanto cualquier ataque (no solo físico) a una o varias personas o sus propiedades por razón de su raza, orientación sexual, religion o diferentes capacidades puede considerarse delito de odio, dentro de estos podríamos hablar de xenofobia, homofobia, racismo etc

Su regulación está contemplada en el artículo 510 de nuestro código penal. Este artículo es muy largo y algo confuso como para establecer una conceptualización de estos delitos. Sin embargo, de todas las actividades delictivas que se relatan, podemos deducir que básicamente se trata de una definición como la que previamente hemos establecido con diferentes penas dependiendo qué tipo de ataque o actividad se realice. 

Respecto de la justicia restaurativa a nadie escapa que el primer problema que muchos van a plantear es pensar cómo vamos a reunir a una victima de estos delitos con una persona ofensora, obviamente se suele pensar esto por dos motivos; primero muchas personas entienden la justicia restaurativa como si fuera mediación y efectivamente una mediación en estos delitos y en cualquiera, no tendría sentido puesto que no hay partes en condiciones de igualdad sino un desequilibrio evidente, y en segundo lugar, se suele pensar que toda la justicia restaurativa se reduce a los encuentros conjuntos, y no se valora otras posibilidades ni se tiene en cuenta lo que la víctima pueda pensar o decidir.  

Si queremos utilizar una práctica concreta que sea o más o menos restaurativa, según incluya a víctima y persona ofensora, o a víctima, persona ofensora y comunidad debemos entender que lo esencial es la preparación de cada una de las personas que se han visto afectadas por el daño. Solo si se considera viable habrá una valoración de una reunión conjunta y en su caso, una o varias reuniones conjuntas.

Y es que la preparación de las personas ofensoras en delitos de odio es bastante más complicada que en otros delitos. Además de ayudarlos a entender el impacto de sus acciones, tenemos que “descargar” la ideología que pueden tener y que los ha llevado a cometer estos delitos. 

Efectivamente los delitos de odio son delitos ideológicos y es complicado ayudarles a qué entiendan que sus acciones no son las mejores (dentro de estos delitos además de los de odio, podríamos incluir terrorismo, crimen organizado, bandas juveniles…). El propósito es sacarlos de sus ideas, creencias y valores si juzgarlos ni desafiarlos, construyendo respeto, confianza y comprensión de su mundo. Por tanto, nunca haríamos preguntas que los juzgaran o sermonearan; no nos interesa preguntas como ¿has dormido por la noche con lo que has hecho? Debemos acompañarlos en este camino para que pasen de un comportamiento no deseado a una nueva vida. Las personas atrapadas en conductas delictivas tienden a ausentarse de la realidad. No están conscientes, de lo que sucede en sus vidas. Suelen tener un endurecimiento de su corazón por el odio, su capacidad de empatizar con las personas suele ser limitada. Asimismo, suelen tener una mente muy cerrada, un nivel muy limitado de razonamiento y pensamiento. Plantearse que sus acciones no son las adecuadas puede resultar costoso, ya que existe temor a pensar que sus creencias y todo su mundo no es el correcto o miedo a no volver a ser aceptado por su grupo (personas con mismos valores e ideologías). Y además juega un papel importante la vergüenza de pensar que eres un delincuente o un racista etc.…. Como podemos ver, se necesita tiempo para gestionar la responsabilización de las personas ofensoras en este tipo de delitos y sobre todo paciencia. Nuestra labor es ponerlos en la realidad presente, sin juzgarlos pero si haciendo preguntas complicadas destinadas a que puedan reflexionar y cuestionarse, si otra realidad y otras ideas y valores son posibles y si otra historia puede construirse alrededor de su vida. (los ayudamos a encontrar un sentido diferente a sus vivencias, son personas que hicieron algo malo pero también son personas que pueden hacer muchas cosas diferentes en el futuro) Queremos abrir sus mentes a través de la curiosidad, abrir su corazón a través de la compasión y abrir su voluntad para que tengan el coraje de cambiar. Para ello, y como hemos dicho, vamos a hacer preguntas, pediremos permiso para hacer preguntas difíciles.

Con respecto a la víctima vamos a trabajar de forma muy similar, se necesita escuchar su historia, sus necesidades y qué acciones creen que serían deseables para que el futuro fuera diferente. En este sentido, se hablaría acerca del daño y qué necesitarían para sentirse reparadas o al menos compensadas en los daños ocasionados. Es esencial también ayudar a dar visibilidad a estos daños y sobre todo dar “voz” (muchas veces quedan en el anonimato puesto que las personas dan normalidad a los actos de odio) Es importante que las personas que sufrieron el daño encuentren un significado diferente a lo vivido, fui una víctima pero ahora soy una persona que merece respeto y consideración y voy a continuar con mi vida recordando siempre esto. 

Y si participa la comunidad, la preparación no debe ser menos, puesto que debemos entender si estos valores e ideologías están siendo predominantes en la comunidad, para ello escucharemos como les afectó el daño, qué creen que se necesita para mejorar las cosas y cómo comunidad qué podrían aportar. 

Esto que parece sencillo lleva su tiempo, por tanto, una práctica restaurativa para aplicar la justicia restaurativa puede ser muy interesante a la hora de ayudar a todos los afectados pero debemos comprender que no es un proceso “mágico” sino que requiere tiempo, esfuerzo y preparación de las personas que van a facilitar estos procesos.

Sin embargo, también entendemos que serían muy adecuados más allá de las posibles sanciones para que las personas que dañaron no se queden en el castigo por un hecho, sino que puedan reflexionar sobre su escala de valores, sus ideologías y entender que sus conductas no son correctas, solo así podremos evitar la repetición de estos acciones.

No obstante, estas prácticas plantean el problema de que son voluntarias y que debemos conocer los casos para poder ofrecer estas prácticas. Lo que ocurre a un futbolista se hace público y genera toda una respuesta oficial ante estos hechos, pero es cierto que muchos casos permanecen el anonimato, ya que los afectados no tienen esta repercusión pública. Por eso, deberíamos dejar de pensar por las víctimas y entender que las prácticas restaurativas podrían ser (sin ser la solución última y mágica) una solución acertada para ayudar no solo a sanar sino a prevenir otros daños. Y para ello debemos preguntar a las víctimas, porque en justicia restaurativa no decidimos por las víctimas.

PROGRAMAS INDIVIDUALES DE JUSTICIA RESTAURATIVA

Hemos hablado en más de una ocasión que a veces no es posible una práctica restaurativa ideal por muchos y diferentes motivos, en estos casos podríamos trabajar solo con víctimas, solo con personas ofensoras o solo con comunidad. “Los programas individuales son aquellos que se desarrollan con una sola de las partes afectadas por la ofensa o el delito y están encaminados a atender sus necesidades o al menos algunas de ellas”.

• Son parcialmente restaurativos

• Son voluntarios

• Para que los objetivos sean restaurativos debemos tener en cuenta los principios de la justicia restaurativa y utilizar una o varias prácticas restaurativas

• En lugar de trabajar un caso concreto se trabaja con un grupo de personas concretas. 

Estos programas individuales nos permiten trabajar con personas ofensoras de estos delitos de forma más pausada con más tiempo para ayudarlos a entender el impacto de sus acciones. (claro para ello se debe entender que los programas son más largos en el tiempo e implican el mismo o similar trabajo que en las reuniones preparatorias pero con más personas). Las administraciones no pueden pensar que con 10 sesiones se va a lograr algo porque depende del delito y de las personas y como hemos visto, en este tipo de delitos es mas complicado trabajar esta responsabilización.  

También podemos trabajar en programas individuales restaurativos con víctimas, (nosotros llevamos más de un año trabajando programas individuales con víctimas de delitos graves y se puede consultar nuestro programa en www.justiciarestaurativa.es ) para distinguirlos de la terapia tenemos que trabajar buscando algunos principios de la justicia restaurativa. Esto es atender algunas de las necesidades de las víctimas: darlas un espacio para que sus narrativas sean escuchadas, empoderarlas y desafiar su invisibilización, ayudarlas a reflexionar que hubieran necesitado o necesitan para que las cosas mejoren y a partir de ahí buscar alguna posibilidad de que se de una reparación aunque sea simbólica a través de una acto de justicia creativa (que de algo de luz a la oscuridad que se ha vivido con los daños). En estos programas el objetivo final sería que las personas que se sienten víctimas puedan comenzar su camino para sentirse supervivientes.

Por último, los programas comunitarios nos permitirían trabajar con la sociedad, para entender qué ideas o creencias se han extendido en una zona, barrio o comunidad, escuchar sus necesidades, sus aportes para que las cosas mejoren entendiendo que no solo son víctimas indirectas sino que también son agentes responsables. Se trata de que piensen qué puedo hacer yo como miembro de la comunidad para que no se repitan estos delitos, qué podemos aportar como comunidad para pacificar nuestro entorno.

JUSTICIA RESTAURATIVA COMO MOVIMIENTO SOCIAL 

La justicia restaurativa como movimiento social nos va a ayudar en estos delitos ideológicos para así intentar cambiar las estructuras del sistema que perpetúan estas ideas o valores erróneos y que dan lugar a estos daños y su reiteración en el tiempo. 

De esta manera, no solo podríamos hacer frente a daños personales, sino también a los daños históricos como los producidos en diferentes países tras guerras internas y momentos de revueltas, lo cual enraizaría mucho con la justicia transicional.

Y también haría frente a daños sistémicos como en materia de derechos humanos, medio ambiente, pena de muerte, homofobia, racismo, xenofobia, igualdad de género… Esto nos da una primera aproximación a la importancia que cobra esta justicia a nivel de la ciudadanía pues nos permite agruparnos, empoderarnos y reclamar cambios estructurales en el sistema y lograr así una transformación social. Como dice Maire Dugan: “La justicia restaurativa ofrece maneras de abordar el daño y expresar la energía que esta conlleva de una manera no destructiva sino transformando el sistema a múltiples niveles”. Para Mike Hinton se trata de poner a las personas en el corazón del sistema en lugar de los procesos y la burocracia. Esto sería un comienzo para considerar la justicia restaurativa como una visión para el cambio.

CONCLUSIONES 

Y la manera de comenzar esta justicia como movimiento social que busque una justicia transformadora sería comenzando en los colegios, familias y comunidades. Para ello debemos desterrar las ideas rápidas que suelen buscarse en las administraciones. Un curso o una charla de sensibilización es el comienzo pero no es suficiente. 

Se debería empezar a trabajar programas individuales restaurativos como los que hemos visto a nivel comunitario, familiar y escolar. (combinados en ciertos casos y si fuera posible o viable con prácticas restaurativas concretas) Esto debería ser continuado en el tiempo y no algo ocasional o piloto (algo desgraciadamente común en la administración, se prueba algo y después aunque funciona se cancela o suspende). Se debería realizar en todos los barrios y comunidades y en todos los colegios comenzando por lugares donde se haya demostrado que hay más conflictos y actos violentos. Estamos hablando de los delitos de odio pero también serían adecuados para erradicar el bullying (obvio que la mediación no es la solución porque existen daños y desequilibro pero si la justicia restaurativa). Se trataría de trabajar con una metodología restaurativa y sobre la base de unos objetivos restaurativos para buscar qué les preocupa a las personas, sus historias (si han sido víctimas o personas ofensoras), cuáles son sus necesidades y qué creen que se puede aportar para fortalecer los lazos comunitarios, familiares o escolares.

Esto que leído puede sonar utópico es el camino para derribar los estereotipos y las escalas de valores distorsionadas. Es la fórmula en la que empezando la “casa” por los cimientos podríamos empezar a lograr un cambio en la sociedad que lleve al cambio del sistema. 

Porque el sistema está compuesto por personas. Pero se necesita tiempo, trabajo multidisciplinar, además de personas especializadas en justicia restaurativa. Y sobre todo voluntad porque no es un camino fácil, no se obtendrán resultados cuantitativos rápidos ni va a generar beneficios. Tampoco se darán muchos casos “modelo” de los que gusta a la prensa y a ciertos políticos. Se trata de invertir en un futuro diferente.

 




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