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Cuando escribo estas líneas las noticias que llegan de Ucrania son desoladoras. Al menos un misil ruso ha impactado contra un hospital materno infantil en Mariupol destruyéndolo y causando un número aún por confirmar de muertos y heridos. Las imágenes del lugar han dado la vuelta al mundo y todos nos hemos sobrecogido.

Mientras la guerra se recrudece, aún hay grandes corporaciones multinacionales que se resisten a desmarcarse de forma clara del negocio en Rusia tratando de acertar con una narrativa que les permita mantener la posición en el país y proteger su reputación. Ayer vimos como algunas como Nestle o Danone argumentaban que salir de Rusia pondría en riesgo la alimentación de la población rusa. No son los únicos

Borrell marcó la posición.

Me consta que hay grandes empresas químicas europeas que han establecido una posición similar a la espera de ver cómo evoluciona el conflicto. Tacticismo económico en un momento en el que los valores han de estar en el centro. Pero no hay una solución sencilla en una situación como esta y las recetas pueden ser variadas como hemos visto entre los grandes despachos de abogados españoles.

Tomar una decisión acertada en una situación de guerra no es nada fácil ¿Qué debe primar?, ¿la cuenta de resultados? ¿los valores? . ¿Es posible hacer compatibles ambas cuestiones? ¿Puedo defender al tiempo la reputación y el negocio? Muchas de estas preguntas se respondieron solas cuando Josep Borrell, de forma solemne, afirmó en el Parlamento Europeo: “Y nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado”.

Era 30 de febrero. Tras sus palabras muchas compañías decidieron ponerse “del lado correcto de la historia” como hábilmente señaló también el presidente Sánchez. En España muchos miraban en ese momento a los grandes despachos de abogados y muchos recordábamos también el efecto La noria.

Me puedo imaginar la difícil decisión en algunos comités de dirección de los despachos de abogados. Debían elegir entre los valores y su propósito corporativo de un lado, y de otro la presión de los socios y la cuenta de resultados. Y es que cuando tus resultados sólo dependen, por ejemplo, un 20% de tu relación con Rusia la decisión es evidente. Además, nadie quiere ser el último en retratarse en estos casos (efecto La Noria). Sin embargo, ¿qué haces si tus ingresos dependen en un 80% de la relación con Rusia? Ahí la cosa se complica.

Pero algunos tuvieron rápidos reflejos y demostraron que, esto del propósito corporativo, los valores y la reputación lo tienen bien fijado en su ADN corporativo. Es el caso del Pérez Llorca que fue el primero en marcar de forma clara posición con un comunicado modélico que no deja lugar a dudas sobre la ruptura indubitada de sus relaciones comerciales con clientes rusos y su apoyo solidario al pueblo ucranio. "Facilitar el rechazo de nuevos mandatos y la interrupción de los existentes" dicen textualmente en su comunicado.

El primero en La Noria marca tendencia. El último queda retratado.

Lo vimos en su día con la retirada de anunciantes en el caso La Noria o años más tarde en la retirada de anunciantes del programa “El Intermedio” y de los patrocinadores del presentador Dani Mateo tras sonarse  los mocos en directo con la bandera española. El primer anunciante que se marchó en este caso fue Clínica Baviera reforzando de forma clara su reputación y marcando el paso a los que vinieron detrás.

Pues bien, lo que ha pasado ahora con los despachos de abogados españoles es lo mismo. En este caso Pérez Llorca marca el paso y los demás le siguen detrás. Tal es así que para el día 9 de marzo buena parte de los despachos de abogados habían ya marcado distancia frente a Rusia. Eso sí, cada uno a su modo.

Así, Cuatrecasas, Uría Menéndez y Gómez-Acebo & Pombo fueron los tres siguientes. Más tardes se sumó Garrigues señalando: "tras comprobar que no prestamos servicios a los Estados ruso y bielorruso, ni a nadie que esté en la lista de sanciones de la UE o de otros Estados, analizaremos la prestación de servicios a cualquier ciudadano ruso y bielorruso, de conformidad con las normas deontológicas de nuestra profesión".

En cuanto a  Cuatrecasas señaló que había establecido "controles específicos para evitar que se acepte cualquier asunto que, directa o indirectamente, implique el asesoramiento a los Estados de Rusia o Bielorrusia, incluyendo a entidades públicas y personas relacionadas o incluidas en los listados de sospechosos".

El comunicado de  Gómez-Acebo & Pombo destaca la "máxima solidaridad" con el pueblo de Ucrania y el "rechazo a la invasión llevada a cabo por la Federación Rusa". Además añadieron que están "examinando su trabajo con los clientes o posibles clientes de origen ruso y bielorruso y en particular los que puedan estar afectados por las sanciones para valorar, en su caso, posibles medidas a adoptar, todo ello siempre desde el máximo respeto al Estado de derecho, a la función y principios de nuestra condición de abogados y a los valores que siempre ha mantenido nuestra firma". Mucho menos tajantes que Pérez Llorca pero indicando claramente la tendencia a seguir.

En definitiva, La Noria la puso a girar Putín con la invasión de Ucrania y Josep Borrell colocó encima de la mesa el papel donde irá apuntando quiénes están del lado correcto de la historia. No cabe duda en qué columna deben situarse las compañías si quieren preservar la reputación y el negocio. No cabe duda de cuál es el clamor social al respecto.

Por si alguien tenía alguna duda, la guerra continúa.

Luis Serrano

Director General en Señor Lobo & Friends

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