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No ha sido un accidente no, ha sido mucho más. Un accidente financiero tiene lugar cuando un conjunto de factores imprevisibles coinciden o cuando aun no siendo previstas las circunstancias concurrentes de haberse sabido hubiesen sido inevitables. Lo del Popular ha sido un gran fiasco con responsabilidades compartidas por altos directivos y consejeros del Banco y la CNMV. Y errores mayúsculos cometidos por el Banco Central Europeo y la decisión de la Junta única de resolución bancaria. ¿Se podía haber evitado? Pues naturalmente que sí.

Hoy todas las autoridades financieras y la comunidad económica internacional, coinciden en un criterio y es que el Banco Popular no tenía un problema de solvencia sino tan solo un déficit de liquidez temporal. Esta falta de liquidez fue generada por el pánico que tuvo como consecuencia la retirada de los depósitos y todo ello, provocado por las irresponsables decisiones de los administradores del Banco. Estos daban ruedas de prensa sin tener claro si el futuro y viabilidad del mismo pasaba por ir a una nueva ampliación de capital o a una operación corporativa de compraventa.

Un banco es mucho más que una empresa, es una de las arterias de la economía española. Y esta arteria no debería haber sido infartada ni estresada hasta el agotamiento por la negligencia de la alta dirección de la entidad que provocó la retirada masiva de fondos. Hacía tiempo que la CNMV había sido advertida por la Asociación Española de Accionistas Minoritarios sobre el hecho de que las operaciones en bolsa en corto, iban dirigidas a tirar el precio de la acción desde hacía varios meses.

La CNMV no hizo nada. Solo unos días después de la intervención por resolución del Banco, prohibió este tipo de operaciones en corto para evitar la caída de LiberBank, algo que sin duda hubiera ocurrido por efecto dominó. Y esto además de constituir una reacción tardía por parte de la CNMV puso de manifiesto que la Asociación de Minoritarios tenía razón sobre la especialización y falta de transparencia de las operaciones en corto. Dejando al trasluz que esta prohibición debería haberse implementado antes. No cabe duda que ante una infección grave es mejor tomar antibióticos que dejar que la gangrena obligue a los médicos a amputar una extremidad.

Pero la CNMV no hizo nada, fue una especie de doctor “Don Tancredo” financiero. El premio Nobel de economía, John Kenneth Galbraith, nos explica en su libro, “los fundamentos de la teoría del fraude inocente”, como por raro que parezca el fraude casi nunca es inocente. Al contrario, el fraude tiene padrinos y beneficiarios y un oscuro objeto de deseo. También nos explica, el nobel, como las grandes empresas multinacionales suelen estar secuestradas por sus administradores y directivos, lo que él denomina la burocracia de la organización de los ejecutivos. Estos ejecutivos toman decisiones para el accionista pero sin contar con el accionista, lo que constituye la máxima expresión económica del despotismo ilustrado moderno: “Todo para el accionista pero sin el accionista”. (“Todo para el pueblo pero sin el pueblo”).

Y el caso del Banco Popular es el mejor ejemplo de puesta en práctica de esta teoría. Porque el resultado ha sido que se ha expoliado a los accionistas, no solo confiscándoles la propiedad de sus títulos valores, sino también de sus derechos políticos, a saber: la facultad de decidir qué deberían hacer con su Banco en ese momento de grave crisis que atravesó la primera semana de junio de este año 2017.

¿Podría haberse hecho otra cosa? Claro que sí, sin lugar a dudas, como ha hecho la UE y El Banco Central Europeo con los Bancos Italianos (Di Vicenza, Paschi di Siena). Estos sí que estaban quebrados y su desbalance patrimonial era definitivo.

Pero para defender al Popular, sexto banco español, el Ministro de Economía y la CNMV deberían haber jugado un papel que no jugaron, proactivo y muy distinto para proteger los intereses del Banco Español y de sus propietarios, los accionistas y los titulares de deuda subordinada . La JUR y la Sra. Könning, adoptaron una medida de resolución bancaria que era la primera vez que se aplicaba en el derecho europeo y lo hicieron de una manera completamente desproporcionada y radical. Una medida política que obviaba el interés de los accionistas por recuperar su valor en un hipotético proceso liquidatario o de una nueva ampliación de capital. Tengo clientes afectados y casi todos me dicen que para recuperar su valor, hubieran acudido a una ampliación de decisión plutocrática de la historia de la UE.

Ahora solo nos queda saber qué dirán los Jueces, pero una cosa es cierta, el expolio tiene nombre y apellidos. Tiene causantes y responsables diferentes. Y tiene damnificados pequeños y grandes con ojos y cara que invirtieron sus ahorros o los heredaron de sus padres o abuelos. La justicia es “dar a cada uno lo suyo”, y esta tiene un trabajo pendiente. No hay más derecho que el que surge de las togas de los tribunales, ellos tendrán la última palabra. Sin embargo y en cualquier caso, este tipo de actuaciones que defraudan a las personas que invierten sus ahorros y que causan un grave perjuicio, constituyen el mejor caldo de cultivo para los populismos, así el filósofo esloveno de moda, Slavoj Zizek , nos dice que el capitalismo es inmoral y está en una fase histórica terminal dando sus últimos estertores. No cabe duda de que los delincuentes financieros son sus mejores aliados.




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