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Próximamente se celebrarán elecciones para cubrir vacantes en el Consejo General de la Abogacía Española dentro de lo que su estatuto define como que "habrán de ser abogados de reconocido prestigio". Así que me puse a pensar en que será eso de abogados de reconocido prestigio. Cosas que tiene uno.

El sistema de elección da pocas pistas al respecto o muchas, según como se mire, dado que en la propia información circulada por el Consejo se indica que la documentación a aportar por los candidatos es certificar ser ejerciente, en qué colegio y no estar en causa de inadmisibilidad general sin pedir nada más y luego ya entre los presentados, los consejeros (decanos y otros cargos institucionales) votarán. Con lo que parece que no hay nada parecido ni similar a una valoración de méritos ni es necesario acreditar los mismos. El festival parece claro, una fiesta privada en la que no te puedes colar como en la canción de Mecano.

Seguía por tanto con mi duda. ¿Qué es un abogado de prestigio? Mi deformación profesional me llevó a analizar bien la norma y auto recordarme que no sólo se exige tener prestigio, sino que el mismo sea reconocido. ¿Reconocido por quién? En el caso del CGAE por el puñado de 80 votantes. Esto me hizo recordar lo peligroso de confundir prestigio con conocimiento y no reconocimiento. Si ya el reconocimiento segmentado es peligroso, parece extenderse en estos últimos años la confusión entre ser un buen profesional y ser un profesional conocido. Para ser justos debo precisar que realmente esta confusión no es nueva, pero sí que últimamente anda muy acentuada y llevada al extremo con la proliferación del uso de las redes sociales como un sistema de búsqueda de reconocimiento.

Así, vemos como las redes sociales se usan para el autobombo más extremo en busca de notoriedad, presencia y "reconocimiento" entendido como ser conocido por muchos, pero no por contenido, creación jurídica o hechos relevantes. En una carrera que busca ser el más nombrado, el más fotografiado o el que aparece en más sitios muy similar a los dibujos de los autos locos que veía de niño (licencia de viejuno) parece ser necesario correr ligero de equipaje. Más madera que dirían los hermanos Marx.

Andaba dándole vueltas como digo y con la duda en cuestión sin resolver mientras me resistía a irme a la cama cuando el sábado por la noche veo como un grupo de immigration lawyers de USA se fueron para el aeropuerto dispuestos a hacer todo lo posible por combatir los inmediatos efectos de la #MuslimBan de Trump (una decisión por la cual nacionales de varios países han visto prohibida la entrada en USA por el mero hecho de haber nacido en dichos países, incluyendo a residentes greeen card). Esos abogados dejaron lo que estaban haciendo, se fueron a trabajar en beneficio de quien lo necesitara por "el alma el abuelo" (expresión que me gusta más que la pedante pro bono), se unieron, juntaron esfuerzos e hicieron todo lo que se les ocurrió para ayudar a los afectados, llegando a conseguir una suspensión cautelar de una norma que entendían inconstitucional y contra los derechos humanos.

Y mientras veía lo que estaban haciendo y me sentía orgulloso de compartir profesión con ellos, todas mis dudas previas se disiparon. Y tuve claro lo que es un abogado de prestigio.




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