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A Gregorio Vázquez, de 84 años, le costó mucho encontrar un despacho que le ayudara a recuperar los ahorros de toda una vida de trabajo, más de 700.000 €, que había invertido en acciones del Banco Popular y que perdió de la noche a la mañana cuando la entidad fue adquirida por el Santander. Tras un largo peregrinaje por varios bufetes, Carlos Sánchez Adán, de Durán y Durán abogados, vio claro que era de justicia que pudiera recuperar su dinero y decidió asumir el riesgo de tener que pagar las costas.

Gregorio, desde el primer momento que llegó al despacho, solicitó llegar a un acuerdo con la entidad. “Con solo recuperar 200.000 euros era para él más que suficiente. Estaba dispuesto incluso a perder el doble de lo invertido, pero la entidad se opuso a cualquier tipo de acuerdo”, explica Sánchez.

Finalmente, el Juzgado de Primera Instancia nº 4 de L’Hospitalet de Llobregat ha condenado al banco a devolverle el  importe íntegro de la inversión y los intereses legales devengados desde la reclamación extrajudicial, más las costas procesales causadas en esta instancia.

“El anciano no tenía estudios ni conocimientos financieros específicos en la materia y su error fue apostar por una única entidad, en la que confiaba, y en los empleados con los que trató”, declara Sánchez Adán, que ha conseguido la sentencia y aclara que esta situación es la de muchos accionistas mayores. “Solo en inversores de Banco Popular tenemos más de 2.000 casos entre nuestras sedes de Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia y Sevilla”, aclara.

El abogado aplicó el artículo 124 de la Ley de Mercado de Valores. “La entidad financiera debe responder del perjuicio causado al cliente a razón de la información inexacta de la situación económica de la entidad, circunstancia plenamente imputable a ésta”. Además, la publicidad “minimizaba los riesgos al mismo tiempo que se dedica a ensalzar los aspectos positivos con el fin de atraer inversores para hacer posible el aumento de capital que la entidad necesitaba en ese momento”, puntualiza.

La intención del octogenario era, evidentemente, tener sus ahorros completamente seguros. “No recibía información ni extractos de la entidad. De hecho, le ocultaron la situación económica que estaba atravesando el Banco Popular para trasladar a los mercados una imagen de solidez. El abogado lamenta que en los últimos años Gregorio vivía de la caridad de los comedores sociales. Por lo que “ganar estos asuntos son los que nos reconfortan personal y profesionalmente”.

Tenaz, Gregorio decidió batallar hasta el final. “Lo veía como un David contra Goliat, como bien le dijo, al fin y al cabo era una cuestión de Justicia”, cuenta el letrado. “Cuando le comuniqué el fallo, se lo tuve que repetir siete veces, no se lo creía. Le ha cambiado la vida por completo”.

El abogado declara que a raíz de esta sentencia está recibiendo una avalancha de consultas de otras personas en su misma situación para reclamar.




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