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En el Parlamento de Andalucía, la diputada Maribel Mora, de Adelante Andalucía, arrojó arena sobre el escaño del presidente de la Junta, Juanma Moreno, mientras este no estaba presente. Mora justificó su gesto diciendo que el Gobierno andaluz va a “secar absolutamente Doñana”, y que el escaño del presidente quedará como un desierto. El Presidente de la cámara, Jesús Aguirre, reprochó a Mora su acto y ha llamado su atención por su falta de educación y dignidad. La diputada ha intentado continuar hablando, pero el revuelo entre los diputados lo ha impedido. Aguirre contestó a Mora que si quiere llamar la atención, debería comprarse un mono, lo que ha provocado una respuesta airada de la diputada. Ambos han intercambiado acusaciones de falta de respeto a la cámara.

El artículo 103 del Reglamento del Parlamento de Andalucía establece que los Diputados y los oradores serán llamados al orden en varios casos, “cuando en sus discursos faltaran a lo establecido para la buena marcha de las deliberaciones”. Asimismo, el artículo 104 de la misma norma recoge las consecuencias para los diputados u oradores que hayan sido llamados al orden en tres ocasiones durante una misma sesión. En tal caso, el Presidente o Presidenta del parlamento puede retirarles la palabra y sancionarlos con no permitirles asistir al resto de la sesión. Si el miembro sancionado se niega a abandonar el salón de sesiones, el Presidente o Presidenta puede tomar medidas adicionales para asegurar su expulsión. Además, el Presidente o Presidenta puede requerir que el diputado retire las ofensas proferidas y ordenar que no consten en el Diario de Sesiones. Si el diputado se niega, se puede proceder a sucesivas llamadas al orden.

Es de agradecer que por el Presidente del Parlamento de Andalucía no se aplicara, por considerarse una medida desproporcionada, la regla del artículo 106 del Reglamento, aunque se puso lo bastante colorado con la actitud de la dirigente de Adelante Andalucía como para dar a entender que iba adoptar la decisión más dura posible. El citado precepto determina que cualquier persona, independientemente de si es miembro del Parlamento o no, que cause un grave disturbio en el recinto parlamentario, ya sea por su comportamiento o discurso, será expulsada inmediatamente por el Presidente o Presidenta. Si se trata de un miembro de la Cámara, será suspendido de sus derechos por un período de hasta un mes. Además, se permite a la Cámara revisar la sanción en una sesión posterior si la Mesa lo propone y se cumple con lo establecido en el artículo 101 del Reglamento.

En las últimas décadas, el Parlamentarismo español ha experimentado un cambio hacia una mayor polarización y confrontación política, lo que ha llevado a un aumento de las escenificaciones dantescas y circenses en las Cortes Generales y los Parlamentos autonómicos. Ello se ha hecho patente y se puede comprobar sin excesivas dificultades por las hemerotecas.

Uno de los factores que ha contribuido a esta tendencia es la fragmentación política y la proliferación de partidos políticos que han surgido en España en los últimos años. Esto ha hecho que la formación de mayorías sea cada vez más complicada, lo que ha aumentado el número de discursos beligerantes y confrontaciones en los hemiciclos.

Además, la sociedad española también ha sufrido una polarización política cada vez mayor, lo que se refleja en la aparición de debates acalorados y enfrentamientos en los parlamentos. A menudo, los representantes políticos parecen más interesados en ganar puntos de cara a la opinión pública que en llegar a soluciones efectivas para los problemas del país y ello solo puede ir en perjuicio de la democracia, pues no se puede garantizar, con este panorama, una adecuada formación de la voluntad popular en la medida en que se está basando últimamente en motivos más viscerales que racionales.




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