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Madrid, 15 nov (EFE).- El subinspector que ordenó derribar con un ariete la puerta de un piso de la calle Lagasca de Madrid en el que se celebraba una fiesta, cuando no estaba permitido por la pandemia, ha dicho que actuó conforme a la ley: "Tuve que derribar la puerta para poner fin a esa situación, ante un delito flagrante".

La Audiencia Provincial de Madrid ha continuado este miércoles el juicio con jurado a un subinspector y cinco agentes de la Policía Nacional, que se enfrentan a una petición de dos años y seis meses de prisión que pide para cada uno de ellos la acusación ejercida por un ciudadano inglés que tenía arrendado el piso por un supuesto delito de allanamiento de morada.

Se trata de la "patada en la puerta" más conocida ya que las personas que estaban en el piso donde se celebraba la fiesta grabaron y difundieron la intervención policial.

El subinspector al mando del operativo ha incidido en que su actuación fue "totalmente" conforme a derecho: "Tuve que derribar la puerta para poner fin a esa situación, ante un delito flagrante. No había otra opción".

Ha precisado que la Policía puede entrar en un domicilio si se aprecia un delito flagrante, lo que pasó aquel día ante una "resistencia reiterada" de los inquilinos a identificarse, ya que así lo prevé la ley de seguridad ciudadana.

"Lo voy a hacer siempre. Lo hago por seguridad, es mi obligación", ha dicho el subinspector durante su declaración, dejando claro que aquel día no fue al juzgado a pedir una orden judicial de entrada en el piso "porque no era necesario". Y sus compañeros tampoco tuvieron dudas.

Ha relatado que los vecinos decían que estaban "desesperados" por los ruidos que había en ese piso, por fiestas que no eran legales, y que al llegar se encontraron con la negativa de los inquilinos a abrir la puerta reiteradamente, lo que no es habitual.

Él tuvo la percepción de que ese piso "se alquilaba para hacer fiestas", y de hecho finalmente comprobaron que dentro había 14 personas de diferentes nacionalidades que no se conocían mucho entre sí, y ninguna de las cuales dijo inicialmente que viviera allí.

"Parecía una discoteca", ha dicho, tras insistir en que su actuación fue "proporcional y necesaria".

Al ser preguntado sobre otros casos en los que otros policías no entraron en pisos en circunstancias similares, sino que esperaron a que los inquilinos salieran, el subinspector ha dicho que "en la Policía hay dos tipos de profesionales, unos más implicados y otros no", y que él es del tipo de agentes que, ante un posible delito, "no nos damos la vuelta, nunca, jamás".

El mando policial ha explicado que no recibió orden de ningún superior durante la intervención, pero sí se había difundido una instrucción en el Cuerpo en la que se instaba a intervenir y tomar "medidas operativas" si se descubrían reuniones ilegales.

De hecho tras la intervención fue felicitado por jefes de la Dirección General de la Policía, y el propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, hizo declaraciones en este sentido.

En este caso la Fiscalía afirma que existió allanamiento de morada pero estima que a los cinco agentes hay que eximirles la pena porque actuaron en cumplimiento del deber por la orden de su superior y también al subinspector porque creía que podía entrar sin autorización judicial por apreciar la comisión de un delito flagrante de desobediencia a la autoridad.




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