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Pamplona, 23 mar (EFE).- La Policía Nacional ha recogido en los últimos días en Navarra diferentes denuncias de empresas y establecimientos hosteleros que habían recibido llamadas telefónicas en las que se hacían pasar por gestores o empresas de mensajería o servicios para solicitar una cantidad de dinero y evitar así una multa o una sanción a la sociedad para la que trabajan.

El objetivo de los estafadores suele ser un empleado de la empresa con el que contactan por teléfono, explica la Policía Nacional sobre la denominada "estafa del buen empleado". Previamente, a través de diferentes técnicas (redes sociales, anuncios, noticias de prensa, datos obrantes en registros públicos) han recabado información del titular de la empresa.

Son conocedores del nombre, de los diferentes negocios que tiene y de datos que le proporcionan al empleado para que este se fíe de la llamada. Después, le piden que, con urgencia, ingrese una cantidad de dinero con la excusa de que si no lo hace, la empresa para la que trabaja recibirá una multa o una sanción.

En otros casos, alegan que se trata de un paquete donde la empresa tiene que recibir unos sobres para la renovación de la licencia del local y que en caso de no pagar, el establecimiento tendría que cerrar y además abonar una multa que ascendería a más de 10.000 euros.

El empleado, que cree actuar por el bien de su empresa, paga utilizando dinero de la entidad o bien dinero propio, llegando a producirse ingresos de más de tres mil euros.

Si no, le ofrecen la posibilidad de realizar los pagos a través de diferentes tarjetas o de aplicaciones que permiten el envío del dinero.

En ocasiones, los estafadores emplean técnicas para evitar que el empleado contacte con el jefe y compruebe la veracidad de la llamada. Mientras la empresa que dice reclamar el cargo llama a su teléfono móvil, otro integrante de la trama telefonea al fijo del trabajo haciéndose pasar por la entidad que impondrá la multa. Así, ocupan las vías telefónicas impidiendo las comprobaciones.

Los delincuentes dan un plazo muy breve de tiempo para abonar lo debido, con lo que buscan que la víctima actúe movida por el nerviosismo y la premura, y pague rápidamente.

Los criminales suelen ofrecer a las víctimas números de cuenta usurpados a terceras personas o lo alojan en entidades virtuales que operan fuera de Europa, siendo el rastreo y la invitación tremendamente dificultosos. 




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