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  • “La abogacía no es ajena a la transformación digital”, resume Abel Marín, socio y abogado del despacho Marín & Mateo Abogados, pero “hay que ser cauteloso y no dejar en manos de un robot algo tan delicado como la defensa jurídica”, añadiendo que “nadie en su sano juicio confiaría su defensa a un algoritmo”.
  • La reciente sanción a un abogado estadounidense que basó la defensa de un cliente en jurisprudencia inventada por ChatGPT es una llamada de atención. Esta herramienta “suple la falta de conocimientos inventándoselos, obedeciendo patrones similares, y esto es realmente peligroso para el rigor y la seriedad que debe regir en cualquier proceso judicial”, apunta Marín.

El sector legal también está sacando partido a la inteligencia artificial (IA), una disrupción tecnológica que permite ahorrar tiempo a los abogados en la generación de documentos jurídicos y también a la hora de hacer consultas. Sin embargo, la Justicia todavía tendrá como centro el factor humano durante mucho tiempo.

“La abogacía no es ajena a la transformación digital”, resume Abel Marín, socio y abogado del despacho Marín & Mateo Abogados, haciendo referencia a todo el conjunto de iniciativas LegalTech que están surgiendo, pero hay que ser cauteloso y no dejar en manos de un robot algo tan delicado como la defensa jurídica, pues esto tendría más riesgos que beneficios”.

Respecto a la IA generativa, el experto afirma que, “cuando un cliente acude a un despacho, es imposible saber hasta qué punto se recurre a ella, por eso siempre habrá que valorar el recorrido de los abogados y su expertise en materias concretas, aconseja, argumentando que “nadie en su sano juicio confiaría su defensa a un algoritmo”.

Poco fiable

La falta de confiabilidad es un obstáculo importante. Un abogado estadounidense basó la defensa de un cliente que reclamó a la aerolínea Avianca en jurisprudencia inventada por ChatGPT, y fue sancionado con una importante suma. ChatGTP suple la falta de conocimientos inventándoselos, obedeciendo patrones similares, y esto es realmente peligroso para el rigor y la seriedad que debe regir en cualquier proceso judicial”, apunta Marín.

A pesar de este escenario, Marín valora el hecho de que “esta clase de herramientas son capaces de trabajar con grandes volúmenes de información, pero es el abogado el que tiene que asegurarse de su veracidad y darle sentido al ordenamiento jurídico”.

En este sentido, aunque el deep learning es un extraordinario avance que, según Marín, “ayuda a automatizar las tareas rutinarias del abogado, y a la búsqueda jurisprudencia acorde al supuesto sobre el que se está trabajando”, será complicado que la IA asuma el papel central porque “la interpretación de los hechos conforme al derecho es la razón de ser de los profesionales jurídicos”.

Confidencialidad

El portavoz de Marín & Matero Abogados también pone el foco en la confidencialidad de los datos, “un aspecto imprescindible dentro del ejercicio de la profesión”. El Consejo y el Parlamento Europeo están trabajando en la primera normativa a nivel mundial sobre IA, y proteger los datos personales es uno de sus objetivos prioritarios.

Las brechas en la privacidad son un grave problema”, comenta el letrado, que anima a “regular con sentido común” el uso de plataformas basadas en IA con el fin de que no existan filtraciones de datos sensibles.




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