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No es extraño ver con frecuencia ejemplos de eventos, celebraciones, vuelos o contratos que se cancelan alegando causas de fuerza mayor. No obstante, en ocasiones no queda claro qué tipo de causas pueden incluirse como tal y cuáles se categorizan de distinta forma, como pueden ser económicas, negligencias o casos fortuitos.

En este artículo, desde Legálitas te damos las claves básicas para entender el concepto de la causa de fuerza mayor.

Cómo se define una causa de fuerza mayor?

La causa de fuerza mayor es una circunstancia imprevisible e inevitable que altera las condiciones de una obligación. Por ello, el ejemplo más claro de una causa de fuerza mayor es un fenómeno meteorológico, como puede ser un terremoto, un huracán o la caída de un rayo. 

Otros ejemplos de causas de fuerza mayor podrían ser los casos de motines inmediatos, si bien la huelga programada no es considerada causa de fuerza mayor.

Tal como indica nuestro Código Civil, fuera de los casos expresamente mencionados en la ley, nadie debe responder de los sucesos que no puedan haberse previsto, o que fueran inevitables aunque se hubieran podido prever.

Que la cancelación de un determinado contrato o evento sea de fuerza mayor significa que los organizadores están exentos de responsabilidad, tanto contractual como extracontractual. 

Para que una causa sea de fuera mayor, no solo se exige que tenga su origen en un acontecimiento imprevisible e inevitable, sino que también debe de ser una “fuerza irresistible extraña al ámbito de actuación del agente”.

La cuestión a discernir es, por tanto, si se trata de algo realmente imprevisible, extraordinario e inevitable, o si, por contrario, la causa era algo que podría haberse previsto con antelación para poder adoptar medidas y minimizar los daños causados.

¿Qué no puede denominarse causa de fuerza mayor?

No es una causa de fuerza mayor una negligencia, es decir, aquella causa que sí se ha podido prever y evitar. Aquel que causa por acción u omisión un daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, estará obligado a reparar el daño que se ha causado.

En ocasiones, las empresas se acogen al concepto de fuerza mayor para minimizar las pérdidas y eximirse de la responsabilidad en el caso de que no pudieran prestar un servicio prometido. No obstante, lo cierto es que no siempre es causa mayor lo que así se afirma.




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