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Granada, 7 jul (EFE).- El Juzgado de lo Penal 1 de Granada ha condenado a una mujer como autora de delitos de denuncia falsa y contra la integridad moral a dos años y cinco meses de prisión por haber interpuesto hasta nueve denuncias falsas contra su exmarido, al que acusó de haber abusado sexualmente de la hija que tenía en común.

La sentencia, a la que ha tenido acceso EFE este viernes y contra la que cabe recurso, condena además a la mujer al pago de una multa y a que indemnice a su expareja con 20.000 euros y a su hija con esta misma cantidad por daños morales.

En la resolución se explica que la acusada contrajo matrimonio en septiembre de 2010 con un hombre con el que tenía en común una hija, nacida en octubre de 2012.

La ruptura matrimonial, vía separación de hecho, se produjo en 2017 y hubo unos meses sin que existieran medidas judiciales, por lo que se producían visitas y un régimen acordado por ambos progenitores que "funcionó con normalidad".

Con posterioridad, se estableció un régimen de visitas, tal y como preveía un auto de medidas adoptado por el Juzgado de Granada, que se fue cumpliendo con días de estancia con él y con los abuelos y familiares paternos, con la guarda y custodia adjudicada a la madre, aunque se había solicitado la custodia compartida.

Durante 2018, vigente un procedimiento de divorcio, el padre reiteró la solicitud de custodia compartida.

A partir de entonces, la acusada interpuso hasta nueve denuncias contra su exmarido, acusándolo de haber abusado sexualmente de la hija común y menor de edad.

Esto provocó en todos los casos actuaciones procesales que llevaron al sobreseimiento y archivo, al no haberse encontrado "ningún indicio de veracidad de los hechos denunciados, atendiendo a las conclusiones de todos los informes forenses existentes en la causa", recoge la sentencia.

La acusada manifestó que su única intención era proteger a su hija pero, según el juzgado, nueve denuncias archivadas no pudieron "suponer en modo alguno no ser consciente" de lo que hizo.

De hecho, añade que, habiéndose producido los archivos, continuaba con las denuncias "de forma reiterada", por lo que demostró que era "plenamente consciente" de lo que hacía, máxime teniendo conocimiento de las infecciones que la menor sufría desde pequeña y conocedora del tratamiento que debía cumplir.

La sentencia considera probado que los diversos reconocimientos, entrevistas y exámenes ginecológicos, nueve en total, provocaron en la menor "fobia al hospital y personal sanitario", miedos y llantos, hasta el punto de que algunos no se pudieron completar por el sufrimiento que manifestaba la niña.

También se vio afectada su estabilidad psicológica y rendimiento escolar, incrementado de forma negativa por la inasistencia a clases en un determinado período.

Coincidiendo con el periodo en que se producían las denuncias, al círculo de personas cercanas llegó el rumor de que el padre estaba siendo denunciado por abusos a su hija, lo que provocó además reacciones de los padres del colegio y del círculo de amigos "desagradables e incómodas", en las que llegó a ser increpado en público.

Todo ello afectó a su estabilidad emocional, así como el estar privado de la compañía de su hija por largos periodos, indica la sentencia.




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