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La palabra vacaciones procede del latín vacans, que es el participio del verbo vacare, significa estar libre, desocupado, vacante. Los emperadores daban un día libre a los esclavos durante las llamadas fiestas latinas, que se celebraban en abril. Julio Cesar las trasladó en su honor al mes de julio y más tarde Augusto, en el suyo propio al de agosto. Tras la segunda guerra mundial la construcción del llamado estado del bienestar trajo consigo la consolidación del derecho del empleado a tener vacaciones pagadas. En ese esquema no estaban los profesionales autónomos que hoy constituyen un enorme porcentaje de los trabajadores de nuestro país (a 30 de junio de 2021 había 2.038.266 personas trabajadoras por cuenta propia, personas físicas inscritas en los diferentes regímenes por cuenta propia de la Seguridad Social).

¿Por qué razón los estados decidieron entonces diseñar ese nuevo derecho para los trabajadores? ¿aporta algo que el trabajador disfrute de un periodo de vacaciones? Las vacaciones son un derecho que da respuesta a una necesidad biológica de toda persona trabajador y cuyo objetivo es permitirle reponer el desgaste de energías que se deriva del desempeño de su trabajo. 

Uno de los retos de nosotros los trabajadores autónomos es que, salvo unos pocos derechos que nos reconoce el Estado, los demás nos los tenemos que conceder nosotros mismos, pues no tenemos empleador. Somos nuestros propios jefes y a veces también nuestros peores enemigos. Muy a menudo, si un trabajador autónomo deja de trabajar, también deja de percibir ingresos. Y como esto es así, las vacaciones se convierten en un auténtico reto.

1.   La necesidad de desconectar para crear. Con ruido en el cerebro, inmersos en la rutina, agobiados con las tareas del día a día, resulta complicado innovar. Salir de nuestro entorno habitual, dormir las horas que aconsejan los médicos, entrar en contacto con la naturaleza, reír, sonreír y disfrutar, despertará nuestras capacidades creativas. 

2.   La necesidad de conciliar vida familiar y profesional para lograr un equilibrio entre ambas.

3.   La necesidad de explorar para descubrir nuevas oportunidades de negocio, ver las cosas de otra forma, repensar los negocios. 

¿Podemos hacer algo para ser autónomos con derecho a vacaciones?

Os propongo tres cosas que espero os funcionen:

1.     Organizarnos con otros profesionales que estén en situación similar y reemplazarnos mutuamente durante los periodos de ausencia.

2.     Utilizar la tecnología para mitigar nuestra ausencia. Hay multitud de herramientas que pueden ayudarnos a que parezca que estamos en todo momento detrás del timón, cuando estamos ante un tipo de negocio que no nos permite “no estar”. 

3.     Planificar con tiempo ese periodo de vacaciones, identificando bien las consecuencias de nuestra ausencia, avisando a nuestros clientes de que no estaremos disponibles durante unos días y ahorrando para poder afrontar sin angustia, ese seguro, más que merecido descanso.

Los autónomos no somos biónicos. También necesitamos vacaciones. Disfrutar unos días de asueto nos permite ver las cosas desde otros prismas, cuidar de nuestros cuerpos y nuestras almas, cuidar de los nuestros. Así que sé un buen jefe contigo mismo, date esos días de regalo y piensa en ellos como una inversión y no como una dádiva. Verás como recoges sus frutos en forma de ideas, proyectos, nuevos contactos, mayor bienestar físico y mental o simplemente, lo más importante, mejores relaciones con los tuyos. 




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