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Ejercer la profesión de abogado requiere ciertas aptitudes personales. Tener el control  sobre tus emociones es, sin duda, una de ellas. Probablemente esto te pueda parecer algo anecdótico en nuestra profesión pero, si de verdad quieres disfrutar de tu trabajo, aprender a controlar tus emociones, es un requisito esenciales para ser un buen abogado.

Si te dejas arrastrar por el miedo, la culpa, la rabia etc., cuando tengas un cliente que sea presa del pánico por su asunto o, cuando tu cliente te envenene, echándote la culpa de todo, o te indigne con su rabia: tu vida se llenará de miedo, te sentirás culpable cuando pierdas el asunto y la contrariedad te desbordará con su rabia. Si además de todo esto, tu cliente no te paga, no tendrás un trabajo, tendrás una mierda de trabajo.

Lo que a continuación te propongo, es una una forma divertida y sencilla de aprender a conocerte, prestando atención al dialogo de tus pensamientos que te servirá de guía para conocer la razón de tus reacciones y aprender así,  a controlarlas.

La metacognición es la facultad que tiene la mente del ser humano, para observar sus propios pensamientos. Esta facultad te permite pensar en qué piensas, ser consciente de con quién hablas cuando piensas; qué emociones te producen tus pensamientos; el tono que empleas en tus pensamientos, percibir si se repiten, etc.

Tomar conciencia del interlocutor de tus pensamientos, es una forma sencilla de empezar a practicar la metacognición y de aprender a conocerte. Cuando creas un foco mental, es decir, un centro al que dirigir tu atención, te predispones durante el día, a “cazar” tu objetivo. En este caso: saber con quien hablan tu pensamientos.

Te propongo que a lo largo de una semana, anotes con quien estabas hablando, cada vez que seas capaz de darte cuenta que te habías abstraído con tus pensamientos. Con este sencillo ejercicio, pones tu atención en observar tus pensamientos.

El siguiente paso es más sencillo, una vez has anotado la persona o personas con quien estabas hablando en tus pensamientos, es fácil recordar de qué hablabas, cual era el tono empleado, las emociones que te producían, etc. Lo que debes anotar, en resumen es: con quién hablas, el tema del que hablas, si hablas tú sol@ o el otro u otros te interpelan, el tono que empleas,  si es cierto o es una fantasía, si se repite  y, por supuesto, la emoción que te ha provocado.

¿Y de qué me sirve saber con quien con hablo en mis pensamientos? Analizar tu diálogo interior, te ayuda conocerte. Ten presente que tus pensamientos siempre provocan, en mayor o menor medida, una emoción para que tu cuerpo reaccione en consecuencia. Y a base de repetir tus pensamientos, tu cuerpo ha memorizado, como actos reflejos, tus patrones de conducta. Igual que los perros de Pavlov segregaban jugos gástricos, cuando tocaban la campanilla antes de darles de comer.

Cuando aprendes a caminar o de adulto a conducir, tu lóbulo frontal pone toda tu atención en lo que debes hacer (que es mucho). Al principio sientes nerviosismo y ansiedad mientras estas aprendiendo a conducir, pero estas emociones, pronto se convierten en satisfacción por haber logrado el aprendizaje. Estas reacciones de pensar y sentir y sentir y pensar, son las que hacen que tu cuerpo memorice este acto. Poco a poco, a base de repetir y repetir, tu cuerpo lo automatiza, igual que cuando aprendiste a caminar; llegando incluso a realizar la conducción inconsciente, de forma que cuando llegas a tu destino, no recuerdas nada del trayecto, porque estabas pensando otra cosa.

Pues bien, este proceso de aprendizaje es el mismo que te sucedió cuando de pequeño te hicieron sentir culpable o cuando percibiste una y mil veces que tus padres hacían más caso a tus hermanos pequeños que a ti y decidiste convertir la satisfacción inmediata en tu recompensa supletoria para compensar, de este modo, lo que percibías como un agravio de tus padres hacia ti. Estas y otras muchas reacciones se han grabado en tu cuerpo gracias al proceso de repetir el proceso de pensar y sentir. Son nuestros programas automáticos que nos hacen percibir la realidad y reaccionar ante ella. Son tu mapa mental de la realidad. Pero recuerda: el mapa no es la realidad, es solo una representación de la realidad.

Si te centras en averiguar con quien hablan tus pensamientos, podrás analizar su contenido y como te afectan. De este modo, aprendes a conocer tus programas mentales automáticos que gestionan el modo con el que interpretas la realidad y te hacen reaccionar ante la vida. Así, por ejemplo, si tienes una mala percepción de ti mismo y una baja autoestima, discutirás con frecuencia en tus pensamientos, tratando de echarle la culpa al otro.

¡Es que tiene la culpa! Me replicas. Verás, se trata de que aprendas sobre ti y sobre tu modo de actuar, no te centres en el argumento de tu pensamiento que es lo que quiere tu ego: tener la razón.

Sinceramente te diré que cuando tratas de darte cuenta de con quién hablan tus pensamientos, aprendes mucho de ti, que es el primer paso para cambiar tu vida.

¿Puedo cambiar el dialogo? Evidentemente. Si te esfuerzas puedes crear en tu mente lo que te de la gana. Puedes crear una relación diferente: un dialogo divertido con quien antes discutías, sentirte admirado por quien piensas que te odia. Enamorar a quien te ignora, convencer a quien discrepa…

¿Puedo repetir mi fantasía? Sabes de sobra que sí. ¿Cuántas veces me has dicho que no te quitas una idea, un suceso o a una persona de la cabeza? Si repites tu creación puedes ir añadiéndole detalles: el lugar donde sucede, la ropa que llevas, a que huele o a que me gustaría que oliera ese momento. Crea y repite. Es el mismo modo que, de forma inconsciente se gravaron en tu cuerpo, tus creencias limitantes.

¿Que sucede en tu cerebro cuando imaginas algo? Que generas nuevas conexiones neuronales mediante la nueroplasticidad. Tu cerebro modifica su estructura y cambias la química de tu organismo. Cuando comienzas a repetir un pensamiento positivo y placentero, que te motiva y te hace sentir bien, tu mente provoca la liberación de hormonas como la   dopamina, la endorfina, la serotonina o la oxitocina, que cambian tu sentido del humor, te sientes creativo y tu cerebro, empieza a enfocarte y hacerte ver las cosas que antes no percibías. Las cosas empiezan a suceder de otra manera y tú, comienzas a disfrutar de este cambio.

¿Y… Sabes lo mejor de todo? Que solo depende de ti.




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