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Me permito la licencia de inventarme esta palabra y concepto, el "juristismo". Si el machismo según la RAE sería la "actitud de prepotencia de los varones sobre las mujeres" el juristismo sería lo mismo, pero de los juristas (con estudios de Derecho) sobre los legos.

Esta semana el juristismo en redes sociales ha sido especialmente atroz. Se veía venir con el anuncio de la notificación de la sentencia del caso Nóos y el calentamiento previo a dicha publicidad que ya se efectuaba por jurististas en redes sociales. Estaba claro que, en aspectos concretos de la misma, es decir, si se condenaba o no a Urdangarín y a su esposa, Cristina de Borbón, la polémica estaba servida, se hiciera lo que se hiciera. No era un caso mediático más, era probablemente EL CASO MEDIATICO con mayúsculas, Siempre iba a quedar alguien descontento y crítico con la sentencia.

Y efectivamente la absolución de la infanta generó olas de indignación, y ante esta ola de indignación surgió otra ola, menor en intensidad por su menor número de integrantes, pero nutrida porcentualmente por la mayoría de las cuentas de juristas en redes sociales. Así sistemáticamente todo jurista que se preciara debía manifestar públicamente su desagrado ante las críticas del populacho. ¿Cómo osaban criticar una sentencia sin haberla leído? exclamaban al unísono paradójicamente esos mismos abogados que generalmente no leen con atención las propias sentencias o resoluciones judiciales que afectan a sus clientes, o las leen de cruzado y en diagonal. 

Las redes sociales no dejan de ser la nueva High School así que cual recién llegado a Beverly Hills buscando el favor de Brandon y Brenda, todo jurista debía imitar las conductas del resto de la manada y buscando la mirada complaciente de las cuentas más populares y con un poco de suerte una mención o un RT, golpear su pecho muy fuerte y echarse ceniza por la cabeza, mientras se lamentaba muy ostensiblemente del hecho de que personas desconocedoras del derecho pudieran manifestar su decepción y su sentir ante una resolución judicial.

Los mismos que plagan sus resoluciones judiciales de latinajos, aforismos o que tienen una técnica de redacción que obliga a leer el mismo párrafo (algún párrafo tiene una extensión de varias páginas) miles de veces para entender algo; que utilizan un lenguaje incomprensible, lleno de expresiones propias del gremio medieval (el lenguaje oscuro de los gremios era deliberadamente cerrado para no ser entendido por el no perteneciente al gremio) o con circunloquios desesperantes (recuerden la escena de "Una noche en la Opera" de los hermanos Marx en que van abreviado el contrato de las partes contratantes de la primera parte ...); es decir, quienes levantan un muro de incomprensión alrededor del derecho se quejan amargamente de que el resto no tiene conocimientos jurídicos y no entienden..

Muchos de ellos cruzaron la línea entre la comprensible queja ante la concreta barbaridad técnica jurídica y el clasismo, pues clasismo es ofenderse porque la gente opine sobre un tema sin tú a la par explicar o divulgar el conocimiento que evite el error, obviando que existe la libertad de expresión y de opinión (otra cosa es que esta sea correcta o equivocada). Y muchos demostraron vivir en la torre de marfil (término que utilizaba mi especialmente incomprensible profesor de Derecho Internacional Privado) del Derecho, que es no entender que hay materias jurídicas que afectan a los sentimientos y las sensaciones de los ciudadanos, el caso Nóos lo era especialmente, y los buenos juristas han de atender a esos efectos emocionales colectivos que genera la aplicación del Derecho.




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