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Lluís Lozano

Madrid, 29 mar (EFE).- Tras cinco años de engaño, Cristina -nombre ficticio-, de 76 años, decidió desenmascarar al hombre con el que mantenía una relación virtual. De la mano de un grupo de peritos informáticos, que rastrearon su huella digital, ha podido conocer su verdadera identidad y ubicación.

Su supuesto amante, quien decía ser un militar destinado en el extranjero y con una acuciante necesidad económica, le esquilmó más de 200.000 euros. Ella perdió el dinero, pero conservó multitud de información sobre él.

Por ejemplo, su número de teléfono, sus cuentas de Instagram o WhatsApp y varios recibos de los envíos que realizó a través de transferencias bancarias o de locutorios, material con el que los peritos comenzaron una investigación que les llevó hasta un grupo de supuestos criminales. Pero eso sucederá más adelante.

El de Cristina es solo uno de la docena de casos que la empresa QuantiKa14 comenzó a investigar a inicios de año de la mano de la Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional (Anceme), que aglutina a más de un centenar de víctimas de las conocidas como estafas del amor.

¿Quién hay detrás del perfil de su amante? ¿Hay alguna manera de intentar reparar el daño? Ante la urgencia por obtener respuestas, algunas víctimas han optando por ponerse en manos no solo de las autoridades, sino también de estos expertos, que llevan más de diez años detrás del rastro que todo tipo de criminales dejan en internet.

"No solo hacemos un peritaje informático, sino que llevamos a cabo una ciberinvestigación que tiene como objetivo encontrar a los autores de la estafa", explica en una entrevista con EFE Jorge Coronado, perito y director general de la compañía, aunque advierte de que debe ser reservado si no quiere que "los malos" se enteren de cómo trabajan.

¿Por dónde empezar? Los datos de los que disponga la víctima sobre su estafador son imprescindibles para tirar del hilo, pero los peritos se valen también de las fuentes de código abierto (Osint, por sus siglas en inglés) consultables en la red.

Y para bucear entre la infinidad de datos e informaciones echan mano del metabuscador "Dante's Gates", creado por el propio Coronado y que emplean también las fuerzas de seguridad, que en pocos segundos es capaz de procesar toda la información que hay disponible en internet sobre un tema o una persona.

 Del ordenador al trabajo de campo

Si la información que arroja estas primeras comprobaciones es útil, la investigación pasa del mundo cibernético al físico.

Detectives privados y criminólogos fotografían, hacen seguimientos y estudian a los sospechosos e, incluso, se hacen pasar por víctimas para corroborar los indicios recabados por vía digital, apunta Coronado.

Esta fase les ha llevado principalmente hasta países como Francia o la India, donde han detectado una gran cantidad de estafadores, aunque también a diferentes puntos de España.

Y con los resultados de esta segunda fase, los peritos y demás investigadores redactan informes válidos tanto para presentar una denuncia como para aportarlos como prueba en un proceso judicial.

A su vez, comenta Coronado, alertan a las autoridades policiales, con las que mantienen una cooperación constante y fluida: les explican los casos y colaboran con ellos para que, en caso de que así lo ordene la justicia, dispongan de tanta información como necesiten para detenerles.

"Ellos tienen miles de casos diarios y nosotros unos treinta mensuales, por lo que podemos dedicarles más atención", subraya para explicar la importancia de esa simbiosis, en la que también, dice, juega un papel importante su experticia en cuestiones informáticas.

La ciberdelincuencia se ha convertido, precisamente, en una de las principales preocupaciones de las autoridades, que ven como su incidencia aumenta de forma progresiva.

Según el balance de criminalidad de 2023 -publicado esta semana por el Ministerio del Interior-, estos delitos subieron un 25,5 por ciento respecto al año anterior hasta los 470.388 casos, de los que el 90 por ciento fueron estafas. El crecimiento es exponencial y en los últimos 8 años han crecido un 508 por ciento.

"Como tiburones oliendo sangre"

Para no perjudicar las investigaciones en curso, Coronado apenas aporta información sobre los resultados de aquellas que ya han llegado a buen puerto. Además de los países predilectos de los estafadores, concede otro detalle: la amplía mayoría forman parte de un engranaje.

"Salvo en un caso concreto, estamos encontrando grupos organizados en los que cada uno tiene su pequeña función: la 'mula', los captadores o los que van enganchando a la víctima, porque el supuesto novio o novia suelen ser varias personas", apunta el perito.

Así fue en el caso de Cristina. Detrás de su apuesto militar realmente había unas diez personas engrasando la maquinaria con la que le consiguieron estafar todos sus ahorros y una propiedad inmobiliaria.

"Cuanto más larga e intensa la estafa, cuanto más dinero entrega la víctima, los estafadores comienzan a aparecer como si fueran tiburones oliendo la sangre", señala a EFE la presidenta de Anceme, Blanca Frías.

La asociación recibe cada día conocen cuatro o cinco casos nuevos de víctimas, muchas de los cuales "hacen cola" para que se investigue su estafa. Con toda la información que van recabando, confía Frías, llegará el momento en el que podrán "desentramar organizaciones"




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