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Marta Ostiz y Sagrario Ortega.

Madrid, 28 oct (EFE).- Alrededor de 350 presos condenados por agresión sexual se someten cada año a programas terapéuticos en las cárceles que buscan evitar que reincidan una vez salgan de prisión, un proceso que empieza con el reconocimiento del delito y una pregunta que se hacen todos ellos: ¿Por qué lo he hecho?.

"Esa es la pregunta que me hacen todos: Necesito que me ayudes a saber por qué he hecho eso'", explica Isabel (nombre ficticio), psicóloga de una prisión madrileña, en una entrevista con Efe, en la que explica que la clave para afrontar esta terapia pasa en primer lugar por el reconocimiento del delito cometido y la detección de los factores de riesgo.

En grupos de 20 personas y a través de sesiones conjuntas e individuales, esta psicóloga conduce a los presos por un largo y duro camino de dos años de duración en los que "metemos las manos en las tripas, las sacamos, hablamos del delito, confrontamos y luego las recomponemos y las volvemos a meter".

"Para ellos es terrible, se mueren de la vergüenza. Es la principal emoción que sienten", asegura.

PRIMER PASO: RECONOCER LOS HECHOS

Porque reconocer que has realizado determinadas prácticas a una niña de tres años, por ejemplo, "es muy fastidioso", les deja en muy mala situación y es necesario crear un espacio de confianza en el que el agresor pueda hablarlo. Y es que el objetivo final es que no vuelva a victimizar a nadie nunca más.

La primera parada en ese recorrido es que reconozcan lo que han hecho y qué les ha conducido a ello. Saberlo les pone sobre aviso ante situaciones de riesgo futuras.

"A lo mejor no tienen un gran repertorio conductual, pero con saber darse la vuelta y volver por el camino que han venido es suficiente" para no reincidir. Este paso es fundamental y por ahí pasa todo lo demás, subraya Isabel.

"Si no eres capaz de reconocer tus factores de riesgo, en el futuro te vas a meter en la boca del lobo y no vas a tener ni idea de que estás en la boca del lobo", apostilla.

¿Cuál es el perfil del agresor sexual? Tanto la psicóloga como la jefa del Área de Programas de Tratamiento de Instituciones Penitenciarias, Flori Pozuelo, recalcan que no hay uno concreto.

Pero sí muchos factores de riesgo: desde abusos sexuales en la infancia, hasta problemas de consumo abusivo de alcohol y drogas, relaciones familiares disfuncionales, maltrato, abandono, problemas de pareja o trastornos de personalidad, entre otros.

UN PROGRAMA DE ÉXITO: El 95,7 % NO REINCIDE

Ningún preso está obligado a participar en estos programas, que no suponen, además, beneficios penitenciarios, pero la aceptación entre ellos es en general buena.

Y no solo eso. La experiencia de estos programas, que comenzaron en 2005, demuestra su eficacia: un 95,7 por ciento de los reclusos que completan esta terapia no reincide cuando sale de prisión.

Además, gracias a estos programas las tasas de reconocimiento del delito se incrementan muchísimo. "Mi experiencia personal es que el 95 % de los internos termina el programa reconociendo el delito, que es el primer paso para poder iniciar su proceso de cambio".

"No es que suponga convertirte en una persona diferente de la que entraste, pero sí llenar tu mochila de un montón de recursos que no tenías antes", explica la psicóloga.

Y una vez que reconocen lo que han hecho, viene la parte más difícil. "Me piden ayuda porque no quieren que vuelva a ocurrir". Y es duro para ellos, porque cuando juzgan a los demás agresores sexuales los califican de "monstruos, enfermos mentales, cabrones", pero ellos no se ven así y se genera una disonancia complicada de gestionar tanto para ellos como para sus familias.

Un proceso muy duro en el que Isabel no les miente. Ya antes de empezar les explica que no se trata de un cursillo ni de un taller. "Aquí no venimos a ponernos el impermeable y esperar a que pase el chaparrón; aquí nos dejamos la piel todos, incluida yo".

Para Isabel también es complicado. "Al final tratas con la peor versión del ser humano y tú también eres ser humano, soy psicóloga pero tengo vida civil y veo cosas que son complicadas de digerir".

Pero el fin lo merece: "el objetivo es que esto no le pase a nadie más en el futuro".

"Nosotros trabajamos en silencio para la gente que vive fuera de prisión, para que nadie más viva una situación complicada, ni sea víctima", concluye. 




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