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  • El 77% de los miembros del consejo y altos directivos consultados en la región de EMEIA (Europa, Oriente Medio, India y África) afirma que podría justificar un comportamiento poco ético para ayudar a una empresa a sobrevivir
  • Sólo el 21% de los sondeados sabe que su empresa cuenta con un canal para realizar denuncias por acciones poco éticas

A pesar de los continuos esfuerzos por combatir la corrupción y los sobornos en la región EMEIA (Europa, Oriente Medio, India y África), el 51% de los directivos sondeados en esta zona para el estudio bianual EMEIA Fraud Survey 2017 de EY todavía percibe que el problema está muy extendido en su país. En España, este porcentaje alcanza el 64%, frente al 69% registrado en el informe de 2015, y el país cae desde la posición 13 (2015) hasta la 17 (2017) en percepción de corrupción y sobornos en el conjunto de la región EMEIA.

El 27% del total de los encuestados en dicha área asegura que el soborno es una práctica común en su sector para conseguir contratos, incluyendo el 14% de los consultados de Europa Oriental. Para la elaboración del estudio, titulado Human instinct or machine logic – which do you trust most in the fight against fraud and corruption?, EY ha entrevistado a 4.100 profesionales de empresas de muy diversos sectores y tamaños de 41 países, de los que 100 son españoles.

Según dicha encuesta, los altos directivos de la región EMEIA están fallando a la hora de fomentar una cultura ética en las compañías: el 77% de los miembros del consejo o altos directivos consultados afirma que justificaría algún tipo de comportamiento poco ético si éste contribuyera a la supervivencia de una empresa, y uno de cada tres estaría dispuesto a realizar pagos en metálico para ganar o retener proyectos de negocio. Sin embargo, el 28% de los sondeados considera que la regulación ha tenido un impacto positivo a la hora de disuadir comportamientos poco éticos, cuatro puntos porcentuales más que en el informe de 2015. El 77% de los encuestados afirma que el enjuiciamiento de personas podría ayudar a que los ejecutivos evitaran incurrir en fraude, soborno y corrupción.

Los entrevistados pertenecientes a la Generación Y (de 25 a 34 años de edad), que representan el 32% de los consultados, muestran actitudes más condescendientes respecto a los comportamientos poco éticos. Por su parte, el 73% de los sondeados de este grupo afirma que estarían justificados si con ellos se busca la supervivencia de una empresa, en comparación con el 49% de la Generación X (45 a 54 años). Asimismo, el 68% de los entrevistados de la Generación Y cree que los gestores de su compañía desarrollarían comportamientos poco éticos para ayudar a la supervivencia del negocio, mientras que el 25% de los sondeados de esta edad ofrecería pagos en metálico para ganar o retener negocios. El 49% de los encuestados de la Generación Y cree, además, que sus compañeros estarían dispuestos a actuar de forma poco ética para lograr mejoras en su carrera profesional, en comparación con el 40% de media registrado en todos los grupos de edad.

Pese al hecho de que las denuncias de comportamientos poco éticos son consideradas como una parte importante de los programas de compliance de una empresa, sólo el 21% de los encuestados estaba al tanto de que había un canal para realizarlas en su compañía y el 73% consideraría la opción de aportar información directamente a terceros (reguladores, agencias de cumplimiento de la Ley, medios de comunicación…). Por otra parte, el 52% de los consultados muestra preocupación por haber detectado conductas poco éticas en su empresa. Dentro de este grupo, el 48% revela presiones para retener información delicada, lo que llevó a que el 56% decidiera no informar.

Los encuestados de algunos mercados emergentes como India (27%) o Nigeria (24%) señalan que ahora tienen mayor protección para efectuar denuncias de comportamientos poco éticos que hace tres años. En países como Italia (11%) o Francia (4%), la mejoría ha sido menor.

La encuesta de EY refleja que el uso de la tecnología para analizar la información privada de los profesionales genera tensiones en las compañías. El 75% de los encuestados afirma que sus empresas deberían rastrear fuentes como el e-mail, las llamadas de teléfono o los servicios de mensajería, pero el 89% siente que esta práctica supondría una invasión de la privacidad. Los encuestados de Europa Oriental (42%) y del Este (49%) apoyan menos estos procedimientos que países como India (87%) o África (80%).




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