Ha sido un camino duro, casi extremo, pero han llegado. Atrás han dejado horas de estudio, fiestas que no celebraron y risas que no se pudieron permitir porque tenían un objetivo y, ahora ha llegado su momento. Cinco, seis o siete años de mesa y codos, cantar temas y enfrentarse ante un tribunal que tenía en su mano la llave para la Escuela Judicial o el Centro de Estudios Jurídicos .
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