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El 1 de febrero de 2017, a las 12.52 horas, cuando detuvo su coche ante un semáforo en rojo de una calle de Cali, el abogado colombiano Jorge Belalcázar recibió el disparo de un sicario que le apuntó directo al corazón. Milagrosamente salvó la vida, aunque recuerda con absoluta precisión todos los detalles del atentado. Desde entonces, vive en España, donde se refugió gracias al apoyo del Observatorio Internacional de la Abogacía en Riesgo y de la Abogacía Española. Ahora espera que se resuelva su solicitud de asilo y poder seguir ejerciendo en nuestro país, tras 30 años trabajando en Colombia como abogado penalista.

1.- ¿Cuál es la situación de los abogados en Colombia?

Los abogados en Colombia somos islas, estamos desprotegidos por el estado colombiano. ¿Por qué lo afirmo tan categóricamente? Porque no gozamos de la colegiación, no somos un gremio fuerte, que nos hagamos respetar. Estamos luchando para lograr que se impulse la colegiación obligatoria en Colombia para poder ejercer la profesión.

2.- ¿En qué medida facilitaría o mejoraría la situación que existiesen Colegios de Abogados con colegiación obligatoria como en España?

Definitivamente sería un gran paso para exigir una verdadera protección por parte del gobierno. En Colombia se volvió normal que a un abogado se le elimine por parte de organizaciones narcoterroristas o de personajes que se toman la justicia por su propia mano. Y los abogados penalistas somos el punto de partida en este desastre, que nos lleva a pedir auxilio fuera de nuestro territorio.

3.- ¿Qué más se podría hacer para mejorar la situación de los abogados en Colombia?

Todo está en que el abogado pueda asociarse. En que el abogado, sea de la especialidad que sea, pueda tener una colegiación que permita exigir, por parte del Estado, hechos que fortalezcan su seguridad. Y que, lógicamente, haya una voluntad política que en este momento no existe. La profesión de abogado es una profesión de riesgo en Colombia y, lo reitero, para los abogados penalistas más. Porque siempre nos vamos a convertir en una piedra en el zapato para los violadores de los derechos humanos.

4.- El índice de asesinatos de abogados en Colombia es muy alto. ¿Por qué cree que no se investigan? ¿Por qué existe esa impunidad?

En no más de 10 años, 317 abogados han sido asesinados en Colombia. La mayoría penalistas y la mayoría de la ciudad de Cali. No se investiga por una combinación de factores, entre ellos una falta de gestión de la fiscalía para que el cuerpo técnico de investigación llegue hasta el final. Cuando ocurre algo, la pregunta inmediata que se hace el ciudadano es “quién sabe qué habrá hecho el abogado”, pero nunca se va a pensar que el abogado, en ejercicio de su labor profesional, pisó callos y se ganó un enemigo gratuito. Lamentablemente, la conciencia del ciudadano es que el abogado es un tramposo, que el abogado actúa de una manera indebida. Hay una inversión de valores, de moral. Si bien hay una parte de la ciudadanía que considera que la gestión del profesional de la abogacía es noble, a la vez para otra parte la profesión está mal calificada y mal vista. Es cierto que hay profesionales del derecho que han cometido errores en su comportamiento disciplinario. Pero el 90% de los abogados litigantes somos gentes que protegemos la normativa, la Carta Magna y, sobre todo, los derechos humanos.

5.- ¿Cree que el histórico paso que ha dado Colombia firmando los acuerdos de paz mejorará la protección de los defensores de DDHH?

Es un paso positivo porque en el papel por lo menos se va a eliminar un factor de alta agresividad como eran las FARC y hoy por hoy, si bien es cierto que el país está dividido en cuanto a la credibilidad que ofrece el proceso, hay una esperanza muy grande en que se va a acabar con una delincuencia oculta y un atropello permanente a todo aquel que se oponía a las ideas criminales de las FARC. Soy optimista en ese aspecto y pienso que de alguna manera favorece al gremio de los abogados que este brazo armado pase al lado de la legalidad y se convierta en un partido político. Para los abogados y para las familias que han sufrido violencia es un paso definitivo para lograr la paz y los abogados debemos coadyuvar para que se consolide.

6.- ¿La ciudadanía es consciente de las amenazas que sufren los abogados?

Sí, es muy consciente y en ocasiones lamentan los hechos cuando un abogado es asesinado o, como en mi caso, herido grave. Cuando fui herido hubo una gran solidaridad en el gremio de los funcionarios –pues yo llevo 30 años litigando- y recibí múltiples llamadas y respaldo, hasta el punto de que el Colegio de Abogados de Cali fue el que gestionó con el Observatorio de Abogacía en Riesgo y con la Abogacía Española mi salida de Colombia y mi llegada a territorio español.

7.- El 1 de febrero de este año sufrió usted ese atentado al que se refiere. ¿Puede describir qué sucedió?

El 1 de febrero llegué a eso de las 10.30 de la mañana a mi despacho y mi secretaria me dijo que había llamado una mujer preguntando a qué hora llegaba. Después de hacer algunas gestiones, sobre las 12.42 me dirijo al parking donde guardo mi coche y una vez salgo, en una esquina al detenerme en un semáforo en rojo, diez minutos después de salir del aparcamiento, se acerca un sicario a la ventanilla izquierda de mi coche y me dispara directo al corazón. El tiro me pegó debajo de la clavícula izquierda,e rayándome el pulmón derecho, los médicos me salvaron la vida. En el análisis de las pruebas recopiladas por la fiscalía, se puede ver cómo el día anterior me hacen labores de inteligencia en una cafetería que hay saliendo de mi oficina y desde ese mismo día hay un sicario que intenta ejecutar la orden de matarme. Es escalofriante y produce mucho miedo ver que hay una organización criminal al frente de la decisión de segar mi vida.

8.- ¿Había sufrido amenazas antes? ¿Se sentía amenazado?

En 30 años de labor profesional y de ejercer una labor social con los más desvalidos esa fue la primera vez que sufrí una agresión física, porque nunca había sufrido un ataque, ni siquiera verbal. Sabía que había tocado callos, pero nunca tuve amenazas ni sanciones profesionales. Aunque yo no pertenezco a ninguna asociación de DDHH, gran parte de mi labor en el área penal la he dedicado a ayudar a personas que habían perdido sus tierras o sus inmuebles por el desplazamiento forzoso. Había pisado callos, pero no esperaba una agresión.

9.- Ha hablado antes de la Fiscalía, ¿se está investigando su atentado? ¿Cómo va la investigación judicial?

La Fiscalía está investigando, pero es triste y lamentable decir que cuando vine a España todavía no había salido la orden de busca y captura del sicario, con la excusa de que yo no había hecho el reconocimiento. ¡Cómo voy a hacer el reconocimiento de una persona que me dispara y a la que solo veo huir! No puedo decir cuáles son sus características físicas, para eso están las filmaciones que hizo un transeúnte que grabó casi en directo el disparo. Ese testigo nunca fue llamado por la fiscalía. Es muy triste ver que la actividad de la fiscalía en tan lenta y tan poco efectiva.

10.- ¿Cómo pueden ayudar organizaciones como el Observatorio Internacional de la Abogacía en Riesgo?

Demasiado. Es un alivio. Si no fuera por el Observatorio y por la Abogacía Española yo estaría condenado a vivir en Colombia y tal vez lo único que podría haber hecho era trasladarme de ciudad, lo que me garantizaría estar unos meses más vivo. Sería muy positivo tener también un apoyo económico para poder vivir y para empezar a trabajar en España. Los abogados no somos un problema, somos creadores de Justicia y el Observatorio debería implicar también a la sociedad para que colaborara económicamente para ayudarnos a sobrevivir. He pedido asilo en España y tanto el Observatorio como la Abogacía Española van a respaldar mi solicitud de protección internacional, porque no puedo volver a Colombia.

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