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Salvador Viada, fiscal del Tribunal Supremo y Luis Romero, abogado penalista de reconocido prestigio, explican a los jóvenes letrados en el ICAM, las claves para moverse en el proceso penal, no siempre sencillo.

Nadie duda que la privación de libertad es uno de los elementos que estigmatizan al ser humano. Un ciudadano que a veces sin comerlo ni beberlo se ve inmerso en diferentes acontecimientos que dan con sus huesos en la cárcel. Contar con un buen abogado penalista, con personalidad, que no se intimide de lo que vea en su relación con juez y fiscales, primero en la fase de instrucción y luego en la vista oral, es fundamental. Dos profesionales de contrastada experiencia, cada uno en un lado de este proceso penal que Catalá ha querido acortar en plazos, provocando más problemas que otra cosa, estuvieron ayer invitados por AjaMadrid para hablar de sus interioridades.

Fue interesante escuchar a Salvador Viada, Fiscal del Tribunal Supremo, quien dio alguna pista a estos jóvenes letrados sobre cómo afrontar este tipo de situaciones “el buen abogado sabe aprovecharse que tiene enfrente un fiscal saturado los temas que lleva”, como a Luis Romero, profesional con un cuarto de siglo de experiencia a sus espaldas, quien pudo también contar algunas experiencias más destacadas “, lo peor de este trabajo, es la falta de respeto de los jueces hacia los abogados. A veces tienes la sensación de estar en un campo de minas”; apuntaba.

El abogado defensor debe ser consciente de lo que se juega

Pocas veladas jurídicas pueden tener un cartel tan atractivo, como el encuentro formativo que organizó ayer AJAMADRID sobre el proceso penal. No engañaba, el presidente de la agrupación, Juango Ospina, por cierto, también abogado penalista, que estábamos ante una sesión especial. Después de escuchar a estos dos juristas de alto nivel, uno tiene la sensación que ser abogado penalista, no es tan sencillo y requiere a estos profesionales de unas características técnicas y humanas adecuadas. El propio Salvador Viada, en su esperada intervención, fue analizando los diferentes momentos del proceso penal. “Sobre todo el abogado defensor debe ser consciente de lo que se juega; la libertad de un tercero y que el fiscal está sobrecargado de asuntos. Si se prepara bien el tema es posible que pueda llegar a un acuerdo sobre el futuro de su cliente”, comentaba. Y es que, en nuestro país, pese a las reformas últimas de nuestro Ministro en Funciones de Justicia, fiscales y jueces trabajan muy en precario “otra cosa son los fiscales de la Audiencia Nacional que tienen menos trabajo, pero el resto hace lo que puede en muy malas condiciones”, recordaba.

Viada recomendó a estos jóvenes juristas que si tienen que asumir la representación de los intereses de algún cliente en esta práctica “tengan en cuenta que esta es una jurisdicción complicada. Es fundamental que se prepare bien todo y si se observa alguna vulneración de los derechos humanos de los defendidos, que se denuncie al juez instructor. “A su juicio, lo peor que le puede pasar a un investigado, antes imputado es que testifique y luego se observe que ha mentido “a veces es mejor no contestar a ninguna pregunta que exponerte a que te pillen en alguna mentira importante”, indicaba. Para este jurista, que ha tenido responsabilidades en el Tribunal Penal Internacional y en la Fiscalía Anticorrupción, no estaría de más que, al igual que se hace en EEUU que se cuenta con la figura del investigador, este profesional pudiera tener su campo de acción como colaborador de los abogados penalistas “En muchas ocasiones el trabajo de estos expertos puede ayudar a dar fe que ciertas declaraciones de investigados y testigos son ciertas. Sobre las conformidades, recordó que esta es una práctica cada vez más en boga, incluso a punto de arrancar las vistas orales “para ello en muchas ocasiones hay que dar un primer paso y es ofrecer una indemnización a las víctimas por los daños causados”.

Abogados penalistas luchando contra las adversidades

La intervención de Luis Romero, socio director de Luis Romero y Asociados y presidente de la Asociación de Abogados Penalistas, sirvió para conocer que el trabajo de estos profesionales no es sencillo. “Lograr el expediente policial de cualquier cliente ya es algo que no se consigue de forma sencilla.  En muchas ocasiones, el cliente declara ante la policía sin que su abogado esté presente, cuestión que vulnera sus derechos fundamentales. Por desgracia, el papel del abogado no está aún reconocido ni considerado pese a la labor que realizan. “Romero, abogado, profesor en diferentes Escuelas Universitarias y habitual de los medios de comunicación, por llevar diferentes asuntos mediáticos, es consciente que ser abogado penalista imprime carácter y que es una práctica que no está al alcance de todo. Ya no es únicamente verte con violadores, traficantes de drogas o delincuentes de cuello blanco “todavía los jueces nos faltan al respeto y pocos magistrados he conocido a lo largo de mi carrera que tuvieran consideración hacia nuestro trabajo”, señalaba.

Para este letrado, curtido en más de mil batallas, que aún recordaba ayer la primera vez que se puso la toga en su Sevilla natal: ”Ser abogado defensor implica que en tus escritos puedas pedirle a su señoría todos los eximentes o atenuantes que están al alcance de la ley. La experiencia me dice que en muchas ocasiones alguno de ellos se tiene en cuenta”; resaltaba en su exposición. Respecto a las sentencias de conformidad, Romero descubrió parte de su estrategia procesal. Realmente él no está en contra de las mismas “pero casi siempre hemos pedido penas alternativas a las que planteaba el Ministerio Fiscal”.  A juicio de este jurista, autor de un interesante libro sobre el interrogatorio en el proceso penal “es fundamental ser claro y concreto en tu escrito de conclusiones. De hecho, es bueno a lo largo de toda la vista ir tomando notas para que luego dicho resumen final se pueda hacer con cierta coherencia”. Desde su punto de vista, lo peor de este trabajo que a él le apasiona, como se deduce de sus palabras, son todos los inconvenientes de diferente índole que rodean el trabajo del abogado defensor “en muchos casos se violan los derechos de tu defendido y así hay que hacérselo decir a su señoría”, aclaraba




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