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Corren tiempos revueltos para los profesionales. Las reglas que conocemos y lo que ha funcionado hasta ahora puede no valer para el futuro más inmediato.

En un artículo publicado el pasado 15 de noviembre en la plataforma digital de “El País: #talentodigital”, Silvia Leal, asesora de la Comisión Europea en competencias digitales, selecciona once nuevas disciplinas para el ámbito laboral que surgirán en breve.

El denominador común de todos estos nuevos puestos de trabajo es la tecnología, y sobre todo destacan el ámbito de la salud, la realidad aumentad, la robótica, la minería de datos, la ciberseguridad y el sector legal.  

Cuando pienso en el sector legal, no me gusta quedarme ahí encorsetado, sino que creo que el “sunami digital” es transversal en la sociedad, es decir no hay un sector que se libre de ésta transformación.

Por supuesto el sector legal tiene sus propios retos enfocados en la ciberseguridad, el derecho tecnológico, el nuevo derecho científico y robótico, como señala Antonio Garrigues en su entrevista con el Robot Pepper de FIDE Fundación. 

Sin centrarme en un sector en concreto, quiero reflexionar hacia los profesionales, pues vamos a hablar de “Identidad Digital”, y ésta afecta por igual a todo tipo de profesionales, ya seas abogado, psicólogo, notario o mediador, etc. etc.

En mis últimos talleres impartidos, con ocasión de mi colaboración en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y el Congreso de Fapromed (Federación de Asociaciones de Mediación), pongo en relieve la importancia de la Identidad Digital o ID de los profesionales, pero también es válido para todo el que tenga presencia online.

Voy a comentar dos conceptos muy importantes de la denominada “Cultura de la Participación”, como son “el ciudadano prosumidor” y “la brecha digital”, puesto que están íntimamente relacionados con la ID profesional.

El concepto de prosumidor

Surge esta nueva palabra del acrónico de las palabras en inglés productor – producer – y consumidor – consumer, para denominar al usuario de la nueva web 2.0 o web social. Ahora todos los internautas somos consumidores de contenidos web y a su vez también productores. En la mayoría de las ocasiones no somos conscientes de que estamos produciendo contenidos mientras navegamos por Internet.

De nuestro paso por los diversos escenarios virtuales vamos dejando un rastro o huella que es lo que se denomina Identidad Digital y todo ello nos identifica en el Ciberespacio. Es decir, todos queramos o no, tenemos una ID digital y pública.

Tener esta idea clara es muy importante, porque como personas físicas en nuestra privacidad nos puede dar igual y no pasa nada. En cambio, como profesionales no nos debería dar igual. Como trabajador de cualquier sector debemos de evitar entrar en la llamada “brecha digital” y convertirnos en profesionales digitalmente competentes.

Brecha Digital

Aparici R. y Osuna Acedo S. afirman que, “las personas que no tengan facilidad de acceso al Ciberespacio y entren en la brecha digital corren el riesgo de exclusión social”, por tanto, para un profesional puede suponer la marginación laboral en el ámbito de su sector.

De lo expuesto hasta el momento se deduce que para un profesional es importante tomar las riendas de su ID y realizar la gestión de la misma.

¿Qué implica gestionar la ID?

Una vez que decidimos gestionar nuestra Identidad Digital tenemos que tener en cuenta los siguientes parámetros que la componen:

  • Visibilidad o actividad en la red
  • Posicionamiento de Contenidos o SEO (Search Engine Optimization)
  • Reputación Online
  • Privacidad

A. ​La visibilidad

Está relacionada con nuestra presencia en la red, es medible y se puede monitorizar. Dependerá mucho de si nuestra presencia la realizamos con conocimientos y habilidades de comunicación digital o no. Entrarán diferentes parámetros, pero, sobre todo, estará íntimamente relacionada con disponer o no de un “Plan de Comunicación Digital” y de las plataformas digitales en las que participemos.

El Plan de Comunicación lo abordaremos en otro post, pero si os puede adelantar que hay que recurrir a los expertos en comunicación digital que los hay y muy buenos. No se puede pensar hoy en la transformación digital de una empresa, de un gabinete o un despacho sin tener un plan de comunicación.

La época en la que a cualquiera en la empresa o despacho profesional se le adjudicaba el día a día de las redes sociales, o el mantenimiento de la web corporativa se ha terminado. Cualquiera no tiene los conocimientos y habilidades para realizar esta importante tarea, ya que es se ha profesionalizado en la figura del Community Manager o Inbound Content Manager, también conocido como Director de Contenidos o Gestor y Dinamizador de Contenidos.

B. Posicionamiento

Nos estamos refiriendo al posicionamiento de nuestras plataformas en los buscadores, (Google, Bing, Yahoo etc.), aunque a decir verdad en España usamos Google el 95 % de las ocasiones.

Está íntimamente relacionado con el posicionamiento SEO o de contenidos, también conocido como posicionamiento orgánico ya que a diferencia del SEM (posicionamiento de pago), no hay que pagar nada a Google.

Éste viene contemplado en todo Plan de Marketing y Comunicación Digital, y se enfoca a la creación de contenidos (artículos, post, multimedia) de calidad. La calidad aquí se entiende desde dos puntos de vista, el primero respecto a lo que entiende el buscador por calidad y que eso los expertos nunca lo saben con certeza, pero si aproximadamente, siguiendo las instrucciones y recomendaciones que publica el propio buscador, dado que forma parte del algoritmo que realiza las búsquedas. El segundo si se puede controlar y aportan calidad los contenidos que son originales, inéditos, actuales y de interés para el público objetivo al que nos dirigimos.

Hoy día todo SEO lleva aparejado un programa de Social Media Marketing o SMM, lo que implica monitorizar y gestionar los perfiles sociales de la empresa, gabinete o despacho.  

La Cultura de la Participación “lleva implícita una movilización social que no puede hacerse sólo con la intención de querer participar, sino que hay que saber participar, a través de la obtención de los conocimientos y habilidades para comunicarse y relacionarse con un fin colectivo”, (Aparici R. Osuna Acedo S.)

C. Reputación Online – RO (Solove 2.007)

Es una parte muy importante de la ID ya que define como interactuamos con los demás, de que hablamos, a quién y en que sitios. A medida que ésta crece obtendremos notoriedad y seguimiento, por tanto, implica que los demás tengan una opinión de nosotros en el ecosistema info-comunicativo. Nos citarán, compartirán nuestros contenidos y enlazarán nuestro blog o web, creciendo de forma viral nuestra presencia en la red y con ello nuestra RO.

Por ejemplo, LinkedIn es una red social que gestiona la reputación profesional muy bien y que es ideal para hacer contactos con profesionales de nuestro sector o crear sinergias.

D. La Privacidad

Es otro elemento de la ID a tener en cuenta. La formación digital tiene entre su misión formar a individuos responsables que sepan, cundo aceptan las condiciones de cualquier Apps o programa, qué datos cedemos o compartimos con el titular de la herramienta.

Debemos saber que nuestros datos, (nombre, correo electrónico, dirección, localidad, número de teléfono, etc.), ya que una vez que los cedemos de forma gratuita pasan a engordar las cuentas de resultados de las empresas fabricantes.

En la medida que más datos compartimos y más Apps nos instalamos, menos privacidad tenemos y más ricos se hacen en Silicon Valley.

No en vano, algunas de las empresas más importantes en la innovación tecnológica son las que se dedican al estudio de la minería de datos. Los datos los convierten en perfiles y estos los venden. Como ejemplo, la empresa Palantir, cuyo CEO es Peter Thiel (San Francisco), a través de la minería de datos proporciona inteligencia antiterrorista al FBI y la CIA.  

¿Deberían las tecnológicas pagar al usuario por obtener sus datos?. Yo creo que sí. 




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