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Un director de la reclutadora legal estadounidense BCG analizó lo que considera una explotación por parte de las firmas legales a sus abogados, cuya forma de trabajar sería muy similar a la de los obreros en las fábricas, en los tiempos de Marx.

Harrison Barnes, Managing Director de la reclutadora de abogados BCG, en Los Ángeles (EE.UU.), publicó en el sitio web de la empresa un artículo titulado “Bureaucrat Attorneys versus Producer Attorneys”.

Es imposible traducir el título literalmente, sobre todo, cuando el autor explica a qué se refiere. Para él, en algún momento de su carrera profesional, todo abogado debe decidir si quiere ser un producer o un bureaucrat, roles muy diferentes entre sí.

Las grandes firmas y empresas tienen entre sus filas a los dos perfiles; sin embargo, dice, el abogado promedio que no trabaja en un estudio de abogados, va a preferir ser un bureaucrat. Y aunque ambos tienen ventajas y desventajas, Barnes asegura que es necesario decidirse por un tipo y ese debería ser aquel en que uno se sienta más cómodo.

Si un abogado factura horas por montones, trae clientes nuevos y logra mayores utilidades, estaremos frente a un producer. Y si el abogado se dedica a otros temas, como trabajar in-house para una empresa, siendo funcionario público o siendo parte de un despacho haciendo cosas que no derivan en facturación, entonces ese abogado actúa como “bureaucrat”.

Los abogados más exitosos, asegura el autor, son casi siempre productivos. El sistema funciona así. Un abogado que factura US $500 la hora y trabaja 2.000 horas al año, crea 1 millón de dólares anuales en ingresos para su firma. Si su remuneración es de US$250.000, su trabajo ha producido US$750,000 adicionales para su empleador. “Así es el capitalismo”, dice.

Capitalismo: siempre más por menos

Aludiendo a Karl Marx como el primero en apuntar de manera muy inteligente que el capitalismo es la creación de la mayor cantidad de excedentes posibles por el trabajo de otros, el autor equipara al capitalista con los socios dueños de firmas, quienes quieren generar la mayor ganancia posible por la labor de sus abogados. “Quieren pagar lo menos que puedan por la mayor cantidad de trabajo”, dice.

“Las firmas están entre los trabajos de cuello blanco más brutales, porque los abogados son muy similares a los obreros en las fábricas en los tiempos de Marx”, añade. La única diferencia radicaría en la constante presión a que se somete a estos trabajadores legales para que produzcan más, entendido como más horas facturables, por poca o ninguna compensación, situación que no ocurría en la época de Marx.

¿Por qué? Porque los asociados generalmente tienen una remuneración fija y un eventual bono por trabajar tantas horas como les permita su capacidad de aguante, donde muchas veces ese bono también es fijo y no dependerá del aumento en la facturación que la firma logró gracias a ellos.

Barnes califica de extraordinaria esta dinámica, que no ocurre con profesores, con vendedores y con un sinnúmero de otras profesiones de la cuales nadie esperaría que trabajen más allá de su jornada por el mismo sueldo.

Y ello sería posible porque las firmas están estructuradas de tal manera que los asociados creen: “Creen que el que trabaja duro puede llegar a socio; creen que trabajando así, conservarán su puesto; creen que son parte de un grupo de elite que trabaja igual de duro que ellos; y que perderán su estilo de vida si no lo hacen”.

“Esta forma de explotación capitalista es sorprendente. El abogado es parte de un ciclo capitalista que usa no sólo el dinero, sino la propia mente del abogado en su contra”, opina.

Este director de BCG dice que los despachos siempre transmiten el mensaje de que quienes se mantendrán en la oficina serán aquellos que facturen más horas: “Están esclavizados por el dinero, por su sistema de creencias y por una necesidad de prestigio”. Y esta mecánica de “te pago lo menos que yo pueda por la mayor cantidad de trabajo que tú logres hacer” también se reproduciría con muchos socios.

Los burocráticos

En la cara opuesta de los abogados que venderían “unidades de tiempo”, hay otros que no lo hacen y cuyo rendimiento está ligado a la forma en que su trabajo es juzgado por sus empleadores, usualmente la gente dedicada a generar dinero vendiendo tiempo. Y por eso deben convertirse en expertos en otras áreas dentro de la firma. “Se transforman, en una palabra, en parte de la burocracia del despacho”, explica.

Si eres de este otro tipo de abogados, lo más probable es que te desagrade la estructura de la facturación por horas, porque te fuerza a dar cuenta de qué es lo que haces en cada minuto y juzgan tu valía dependiendo de si contribuiste o no a la producción diaria. Los abogados “burocráticos” tendrían entre sus responsabilidades asegurar que la producción sea haga de la manera más fluida posible.

Según Max Weber, dice Harrison Barnes, las características que definen a una organización burocrática son la existencia de tareas específicas y divididas en secciones, donde el trabajo es hecho por gente muy especializada en su labor, como contabilidad o informática.

Además, tienen estructuras jerarquizadas, en que cada nivel controla al nivel inferior. Y da como ejemplo que en una firma puede existir el gerente de reclutamiento, el segundo a bordo y el asistente.

Desde otro ángulo, existen labores enfocadas hacia afuera y otras al interior del estudio. En las primeras, el rol de esta burocracia es servir a quien hizo el mandato, sea el Estado, clientes o terceros; en las segundas, el rol es servir a la organización misma y a quienes están en ella: la burocracia en una firma sería típicamente una enfocada al interior, dado que la meta es servir a la firma y no a los clientes de la firma.

La empleabilidad depende de las calificaciones técnicas: a la persona se la contrata si tiene las habilidades para hacer ciertos tipos de trabajo, como recursos humanos, contabilidad, tecnología o marketing. Y en esa categoría entra el departamento legal interno de las firmas.

Son ellos los responsables de asegurar que en la oficina se sigan reglas y procedimientos, que no se meta en problemas legales y de defenderla ante eventuales demandas judiciales. Puede haber un General Counsel y otros abogados que trabajen con quien tenga el cargo.

Pero Barnes advierte sobre un peligro de las organizaciones burocráticas: su tendencia a hacer más y más contrataciones de personal para ayudar a hacer el trabajo, incluso cuando éste ha disminuido o no se necesita ayuda alguna. La esencia es tratar de influir en quienes tienen el poder para que les den menos trabajo en vez de más. “En las firmas de mayor tamaño uno ve un rápido incremento de la burocracia al interior, que parece aumentar año a año. Me sorprende cuan brocráticas han llegado a ser algunas de estas oficinas y el fenómeno también se puede ver en empresas”.

Cuando abogados dicen que se quieren ir a trabajar in-house o que se cansaron de los estudios jurídicos, lo que probablemente estén diciendo es que preferirían ser bureaucrats en vez de producers.

 
* Éste es un extracto del artículo escrito por Harrison Barnes, titulado Bureaucrat Attorneys versus Producer Attorneys. Si quieres leer el artículo original completo en inglés, haz clic aquí.

Reproducción autorizada por Idealex.press  Ver artículo original

 




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